La Sego aguanta la pedrada de un mes de noviembre que no le suele ser benévolo históricamente con un triunfo de quilates en Cáceres. Frenazo a la caída. Nunca llegó a ponerse en cuestión el trabajo de Ramsés Gil y su cuerpo técnico, pero la planificación deportiva, sobre todo para la línea de vanguardia, parece arriesgada con la apuesta por un delantero tan diferente a Gómez como es Segovia. Y más teniendo en cuenta que el estilo no parece justificar un cambio tan radical, porque el perfil del madrileño encaja para terrenos de juego con pocos espacios y no para refriegas a campo abierto, donde el segoviano es diferencial. Es una cuestión de opciones, de tener más variantes y no de sustituir, porque Segovia seguirá aportando tantos. También es verdad que la pegada de la zona de tres cuartos está contrastada sobre todo sí, como parece, Borrego recupera su mejor versión. El mercado de diciembre ofrece opciones y las propuestas nunca faltan, pero la economía no está para dispendios. Veremos.
Por lo demás, el equipo mantiene intactas sus virtudes: confianza, compromiso y actitud. La plantilla es corta, pero la polivalencia de jugadores como Astray o Hugo Díaz los convierten en remedio de muchos males.
Con doce jornadas disputadas, los diecisiete puntos sumados conforman un botín respetable. La salvación estará un poco más cara este curso que el anterior, porque aunque parezca que hay tres clubes que empiezan a descolgarse, hay once en cuatro puntos. Alcanzar los cuarenta y dos podría ser el primer objetivo y a partir de ahí soñar será gratis, porque estará todo muy apretado.
