El Nava termina con un signo de exclamación la mejor primera vuelta de su historia. Su entrenador, Zupo Equisoain, aseguraba antes del viaje a Anaitasuna que una victoria y el consiguiente balance de 16 puntos en 15 jornadas valdrían un notable en su libro de calificaciones. Respondió al reto su plantilla, con un triunfo contundente ante un rival con poso. El regreso del técnico a su Navarra natal cumplió el guion soñado, con la cuarta victoria a domicilio, un registro que le sitúa con pleno derecho en la lucha por una plaza europea cuando retorne la Asobal en febrero.
Las primeras ventajas fueron segovianas, cimentadas en un Patotski que empezaba a calentar sus extremidades y las acciones individuales de Prokop, siempre protagonista, o de Rodrigo Pérez Arce, atento a cualquier opción, como un tanto que anotó con la puerta rival abandonada. Amagó con la primera ruptura el cuadro visitante, pero no mordió a su presa; Vujovic pisó antes de encontrar la red y el Anaitasuna tampoco era manco en ataque con los brazos de Bonano o Juan del Arco. Y la proclama local era sacar de centro lo antes posible tras encajar un gol; en esa urgencia permanente de repliegue para el Nava llegaron unos cuantos goles navarros.
En esas, el cuadro local se hizo con el mando del encuentro gracias a las primeras paradas de Juan Manuel Bar, que tocó cuatro balones seguidos, negando tiros propicios a Gonzalo Carró y a Nico D’Antino. El Nava añadió a la ecuación sus primeras pérdidas; una de Smetanka, que acaba de salir a pista junto a Pablo Herranz –sangre joven en un partido importante– aceleró con la mente pero sus pero su cuerpo no interpretó la diablura, concediendo a los navarros la primera ventaja del encuentro en el minuto 20 (11-10). Acto seguido, Bonano culminaba con un slalom uno de los tantos más bonitos de la tarde; un peligroso parcial de 5-1.
El Nava respondió a los nubarrones. Primero, con el paraguas permanente de Patotski, con una incidencia en el encuentro que sobrepasa la estadística y paradas como una medio palomita, más propia del fútbol sala. Y después, Moyano, que cogió las riendas del ataque en el momento más dubitativo y aportó también en defensa, cortando una contra segura. Su acierto lideró un parcial de 6-1 de los segovianos, que incluyó el primer gol de la temporada de Paco Bernabéu, un tiro en el que Prokop aguantó una eternidad en el aire y una contra de Vujovic que, además del gol, rozó la exclusión local, pues el montenegrino tuvo que vérselas para anotar en posición desequilibrada. Al descanso, 14-16.
El paso por vestuarios cambió el lenguaje del encuentro. Lo que era un duelo entre ataques acertados se convirtió en un diálogo de porteros; tan solo hubo un tanto, el de Carlos Chocarro, en los primeros cinco minutos. El capitán navarro se estrelló acto seguido en una contra en la que todos dejaron de correr a la espera de que se encontrara con Patotski, que se llevó el duelo y mantuvo su portería sellada. Lo mismo hacía Bar, mientras pudo.
Porque en esa fase de valle, fue el Nava el que primero volvió a subir las revoluciones. Con un ataque que funciona tan bien, a poco que ayude la defensa… todo se pone de cara. Y Patotski tiene una gran habilidad para deprimir rivales. Si en la primera parte aportaron veteranos como Mota, el puñetazo que dejó al Anaitasuna contra las cuerdas lo gestó Pérez Arce, que rompió a la zaga rival con su versión más eléctrica. Se complementó a la perfección con Moyano; el bajito rápido con el gigante que mantiene el brazo arriba hasta que el portero ha elegido lado. Entre ambos sumaron 17 de los 31 goles del Nava. Uno de esos tiros a cámara lenta del argentino rompía sin remedio el partido, culminando otro parcial de 6-1 que ponía al Nava seis arriba. Buscó la reacción Quique Domínguez, que agotó los tiempos muertos con la máxima diferencia de la tarde (18-25).
Anaitasuna no se rindió hasta el final, con los trallazos de Juan del Arco y los goles de Chocarro. La actitud irredenta de un equipo lastrado por las bajas redujo la diferencia a cuatro con diez minutos por jugar, así que Zupo pidió tiempo. La última bala de los locales la tuvo Jorge Martín en una contra para acercar a su equipo a tres, pero cuando se encontró con Patotski se le hizo de noche y se comió el balón sin saber qué hacer. Al Nava le queda todavía la segunda ronda de Copa del Rey, que disputará el miércoles en Soria, pero sus notas ya están puestas: notable alto.
