Desde que en el año 1998, una pareja de cigüeña blanca decidiera construir su nido sobre el tejado de una casa situada en la entrañable Plaza de Carrasco de nuestra ciudad, su estampa no ha sido igual. A partir de ese año, siempre que he pasado por allí, he sentido la obligación de levantar la cabeza para ver a esta pareja de aves en su temporada de estancia en nuestra ciudad o simplemente para comprobar el estado de su nido cuando no estaban.
En un principio, creo que fue al siguiente año, la comunidad de vecinos consiguió cambiar el nido de su enclave directo sobre el tejado y situarlo sobre una plataforma artificial. Esta acción no cabe más que aplaudirla y reconocerla como de un destacable civismo y respeto por la vida.
A lo largo de estos 23 años han sido 22 los pollos que han sacado adelante, más alguno que no llegó a volar por diversas causas. No han sido muchos, pues en 10 años no consiguieron criar ningún pollo. El año pasado por ejemplo fue uno de ellos, pero cuando conseguían tener descendencia era más estético aún si cabe la imagen que presentaba la fachada de esta edificación y por tanto de esta plaza. Lo comento en pasado, pues ha sido en este complicado mes de enero del 2021, cuando al pasar por la plaza pude observar con gran decepción que el nido ya no estaba. En su lugar quedaba, supongo que el poste que sujetaba la plataforma y encima una silueta artificial de una cigüeña. Triste recuerdo de lo que fue y me temo que no será más.
No sé cuáles han sido las causas de este cambio, pero me gustaría saberlo. Ignoro si el viento lo derribó, si la plataforma se deterioró o ha sido una decisión tomada por la comunidad de vecinos en base a algún problema surgido, después de esos 23 años de perfecta convivencia por temporadas con sus vecinos alados.
Lamentablemente, como otras veces he expresado en las páginas de este periódico, nuestras entrañables cigüeñas están desapareciendo poco a poco de nuestra ciudad, aunque para la mayoría de la población pase desapercibido. Ya quedan la mitad de las parejas que había en el año 2001 y así en veinte años han descendido de 90 parejas a 48 el año pasado. Hace unos años llegó a haber un número significativo de nidos situados sobre tejados de edificaciones civiles, a pesar de las molestias que frecuentemente ocasionan. Con el paso del tiempo, estos han ido desapareciendo, siendo retirados o abandonados por las mismas aves y solo quedaba ya el mencionado de la plaza de Carrasco y otro sobre una chimenea de un edificio abandonado de la calle Doctor Velasco.
Es una pena que no seamos capaces de convivir con la biodiversidad que nos rodea y que enriquece nuestra vida y la hace un poco más llevadera. Espero al menos que en el caso que he mencionado, la retirada del nido haya tenido una causa de fuerza mayor y que si la pareja decidiese insistir en la reconstrucción del nido, se le permitiera simplemente como reconocimiento y respeto por su tenacidad y por la fortuna de su supervivencia.
Si alguien sabe las causas por las que ha desaparecido este nido y en su lugar hay una imagen artificial del ave, me encantaría que me respondiera a través de estas páginas.
Aunque son tiempos duros y difíciles para ocuparse de temas que parecen tener poca importancia al lado de otros que nos acucian, la vida sigue y el respeto por la Naturaleza debe ser una de nuestras máximas preocupaciones si queremos tener un futuro digno.
