El sábado, Fuente el Olmo de Íscar (45 habitantes) vivió una tarde noche que tardará en olvidar. “Estábamos tomando algo en la terraza del teleclub y vinieron unos niños que estaban jugando en el frontón diciendo que olía muy mal. Alguien dijo que podían ser purines, pero era un olor distinto. Al poco tiempo, a los que estábamos allí nos empezaron a picar los ojos y llamé al 112”, así comenzó una larga jornada para Noelia Herrero, la alcaldesa de este municipio.
“En cinco minutos llegó la Guardia Civil y al rato el guarda forestal. Él y yo nos fuimos a la finca para intentar parar lo que estaba pasando, pero ya era de noche y era imposible. El conductor del tractor que estaba tratando la tierra decía que él tenía toda la documentación en regla y que no iba a parar. Finalmente lo hizo”.
La finca en cuestión limita con el casco urbano de Fuente el Olmo de Íscar y en ella se producen plantones de fresa. Ayer se podían leer carteles en las lindes de la finca en los que se avisaba de la toxicidad del tratamiento que allí se estaba realizando: “Peligro. Gases muy tóxicos”. Carteles que también hacen referencia al producto utilizado: Metam Sodio 51%, un fitosanitario utilizado para librar a los suelos de nematodos, hongos, insectos y malezas antes de la siembra o trasplante de cultivos. En internet se puede leer que es un producto de uso profesional y requiere un manejo cuidadoso debido a su toxicidad y riesgo de quemaduras. “Otras veces cuando hacen este tipo de tratamientos, tapan el suelo con plásticos, pero el sábado no lo hicieron”, explica Herrero
De los efectos del Metam Sodio 51% da buena cuenta Noelia Herrero. “En la finca el aire ya era insoportable, me picaban los ojos y tenía la cara roja, pero la peor parte se la llevó el guarda forestal, decía que tenía los ganglios inflamados y tuvo que ir al centro de salud de Íscar”, relata la alcaldesa.
El balance médico del episodio se resume en cuatro personas que necesitaron atención. La teniente de alcalde del pueblo y su pareja, que tuvieron que ser trasladados en ambulancia al hospital de Medina del Campo. Ella con tos y dificultad para respirar y él con mucha irritación ocular, una erupción cutánea importante y dolor de cabeza. El que se llevó la peor parte fue el guarda forestal, que pasó por urgencias con ganglios inflamados, opresión en el pecho, irritación ocular y dolor de cabeza. Finalmente, una cuarta vecina fue a urgencias tras sacar al perro porque creía que tenía conjuntivitis, no se enteró de lo que había pasado hasta horas después. Los cuatro descansaron ya en su casa el mismo sábado.
Por recomendación de la Guardia Civil, la alcaldesa recomendó a los vecinos vía WhatsApp que se encerrarán en sus casas para evitar males mayores.
“Hoy -por ayer domingo- todo estaba más tranquilo, pero la gente no sabía qué hacer y me llamaban a mí”, explica Herrero, que les decía que ella no era química y que no tenía la respuesta. Esa falta de respuestas es lo que ayer lamentaba la alcaldesa, que hasta entonces no había podido hablar con nadie más allá del Seprona de la Guardia Civil. “Ellos dicen que si la fumigación está autorizada no pueden hacer nada. Mañana -por hoy- voy a ir a pedir explicaciones a la Delegación Territorial. ¿Quién ha autorizado eso? No vale cualquier cosa. Al parecer, es un producto muy cancerígeno y hemos estado horas en contacto con él”, se lamenta la primera edil, que no le duelen prendas en reconocer que el sábado se asustó. “Hubo un momento en el que me ardían los ojos”.
“Yo no estoy en contra de que se hagan labores agrícolas, pero no se puede poner en peligro a la población. Y si de verdad lo del sábado está autorizado, pido al que lo haya hecho que se venga aquí con sus hijos cuando sigan los trabajos”. La alcaldesa sube el tono. “Yo tengo dos hijos y no sé a qué han estado expuestos”, se lamenta.
Un capítulo casi idéntico ocurrió en Chañe, otro municipio dedicado a producir plantones de fresas, hace diez años. Entonces todo quedó en un multitudinario picor de ojos y mal olor. Diez años después, cuatro personas han tenido que ser atendidas médicamente. “Y no pasa nada”, se indigna Noelia Herrero.
