Es segoviano y ejerce como tal. Lleva más de 24 años en la presidencia del colectivo de aparejadores, arquitectos técnicos e ingenieros de edificación, que supera los 57.000 colegiados. Nunca ha dejado de tener residencia en Segovia y, aunque gran parte de semana la pasa en Madrid, asegura que es raro el día que no duerme en su casa segoviana. “Todo lo que ocurre en Segovia me interesa y puedo asegurar que ningún día me acuesto sin leer este periódico”, señala José Antonio Otero, al tiempo que añade que se muestra dispuesto a colaborar con “los muchos amigos que tengo en las instituciones segovianas”
Al frente del Consejo General de la Arquitectura Técnica, el Segoviano José Antonio Otero, destaca logros para la profesión como su activa participación en la Ley de Ordenación de la Edificación, (se promulgó en 1999 tras varios años de negociación y ha clarificado los agentes que intervienen en la edificación, sus funciones y sus responsabilidades); el Código Técnico de la Edificación (que sitúa la normas técnicas españolas en la vanguardia de la calidad, eficiencia energética y respeto medioambiental); la adaptación de la universidad española al Espacio Europeo de Enseñanza Superior; o la transposición a la norma española de la Directiva Europea de Servicios.
¿Cree que la crisis servirá para una mayor profesionalización de empresas constructoras y colectivos relacionados?
Es bien conocido que uno de los efectos positivos de las crisis es que depuran. La edificación en España ha pasado por unos excesos en la producción y demanda no entendibles sin acudir a oportunistas políticas de intereses. Desaparecerán un buen número de empresas no profesionalizadas que llegaron a esto en busca de fáciles beneficios. Tengo la esperanza de que el futuro nos ofrezca un sector con mayor preparación, tanto de las empresas como de los técnicos, a cuya formación y reciclaje estamos dedicando un gran esfuerzo.
El sector inmobiliario es de los más afectados por la crisis, ¿por qué y cuándo cree que se recuperará?
Nuestro plus de gravedad respecto de la situación general se origina en acciones pasadas como estas: Entidades de crédito ansiosas por incrementar los préstamos; políticas para fomentar la cultura de la propiedad y el endeudamiento de las familias; incentivos fiscales a la demanda aunque fuera claramente insolvente; Administraciones Públicas cada vez más dependientes de las plusvalías inmobiliarias y felices por las tasas de empleo y producción, aunque nadie pudiera justificar la desproporción de las cifras. Todo ello ha provocado un desplome de este sector que afecta a muchos otros subsectores.
No soy optimista respecto a la recuperación. Tenemos mucho producto sin vender y las entidades financieras engordan su patrimonio inmobiliario con unas 100.000 viviendas cada año procedentes de compradores que no pueden hacer frente a los pagos. La demanda es muy escasa y tardará en absorber los stocks. No veo por ninguna parte los “brotes verdes” anunciados y creo que habrá que esperar cinco años para hablar de recuperación y creación de empleo.
¿Hacia dónde cree que debe caminar la arquitectura y el urbanismo en España en los próximos años?. ¿Se están dando los pasos para ello?.
El desarrollo urbanístico español ha merecido el reproche de muchas instituciones internacionales por desproporcionado, invasivo y poco respetuoso con los valores medioambientales. Las Administraciones Públicas han mirado para otro lado, cuando no aplaudido, a un mercado con fuerte demanda especulativa que, a base de recalificaciones masivas, proporcionaba elevadísimos ingresos en las haciendas públicas, a la vez que absorbía mano de obra poco cualificada y de difícil ubicación en otros sectores.
Las Entidades Financieras han sido cooperadores necesarios para el desastre y en su afán por prestar dinero han olvidado su máxima de exigir solvencia y profesionalidad del que lo recibía. Hoy, estas mismas entidades, miran con lupa estos requisitos y tienen prácticamente paralizado el mercado hipotecario sobre inmuebles.
Estoy convencido de que nada del futuro se parecerá al pasado. Nuestra producción de inmuebles, tras el parón necesario para absorber lo mucho “sin colocar”, deberá atemperarse a unas cifras acordes con las necesidades reales; es decir, menos de la mitad de lo construido en el pasado. La inversión en edificación debe dejar de pensar en grandes nuevos desarrollos urbanísticos y volcarse en la rehabilitación hasta lograr que, como en otros importantes países europeos, se invierta más en la intervención en edificios construidos que en nuevos inmuebles.
¿Qué avances tecnológicos espera a corto o medio plazo a la construcción?
La edificación es uno de los sectores productivos menos tecnificados. El boom de producción y resultados no se ha aprovechado para tecnificar los procesos ni para elevar la cualificación de la mano de obra.
La muy escasa producción de este momento no debe impedir, sino estimular, la investigación e industrialización; el empleo de materiales más eficientes y respetuosos con el medio ambiente; la construcción de edificios de más calidad que utilicen energía solar, geotérmica, etc.
Los fallos en los edificios se producen, generalmente, no por defectos de los materiales sino por deficiencias en los procesos o sistemas constructivos. Conocemos los fallos más frecuentes y las zonas geográficas en que se producen. Hay que investigar las causas y aplicar los resultados para evitar estas patologías.
Hay una tendencia a la creación de equipos multidisciplinares, con estudios en los que además de arquitectos y arquitectos técnicos hay diseñadores, restauradores, arqueólogos, etc ¿Cree usted que se generalizarán?
Sin ninguna duda. El proceso de construir cada vez resulta más complejo y vinculado a normativas técnicas, jurídicas y urbanísticas que requiere diversos especialistas. Desde nuestra organización ya llevamos unos años aconsejando la creación de estos equipos de trabajo conjunto.