Año 1871, mes de agosto. Amadeo I de Saboya (1) —Bécquer lo tendría fácil—, que estaba pasando el verano con su familia en La Granja, se llegó hasta la capital con la finalidad de pasar media jornada con sus amigos, o así, del partido progresista.
A grandes rasgos, les cuento cómo estaba el ‘cotarro’ en el año de referencia. Había, dentro de la ‘juerga/jerga’ política, dos bandos que se ‘querían’ mucho: carlistas y radicales. Tanto se querían que cuando grupos de ambos se encontraban por las calles la bronca era segura. Resultado, alguna cabeza deteriorada y cuerpos molidos a palos. Peccata minuta.
La vida en la ciudad era de continuo sobresalto. Si buscaban tranquilidad, lo mejor era no salir de casa.
Cuando D. Amadeo llegó, ya se había formado el denominado ‘Batallón de Milicianos’, que reunía a más de 700 segovianos. Lo formaban gentes de todas las capas sociales, siendo el número mayor el de los ex obreros de las fábricas de papel.
A los efectos que ‘procedan’ describo su vestimenta:
—Guerrera azul con vivos colores verdes.
—Pantalón bombacho gris.
—Sombrero Besaglieri, modelo italiano, con penacho verde la tropa y blanco los jefes y oficiales.
¡Y, olé!
El batallón estaba mandado por el abogado y notario Gabriel Leonor siendo su jefe superior Gil Vírseda. Progresistas radicales ellos. Para aprender música a la hora de pasar ‘revista’, les acompañaba la banda del Hospicio, mientras que la de cornetas la conformaban aquellos que antes habían servido en el ejército regular.
El grupo de políticos que destacaban in illo tempore en la ciudad, además de los ya citados, eran el cirujano Vicente Ruiz, los abogados Ezequiel González y Manuel Entero, el industrial José River…
El bastón de alcalde lo manejaba Blas del Castillo. Comerciante de la ciudad con tienda en plena Plaza Mayor, edificio Larios hoy, entre calle Real y San Frutos.
La descrita ‘panorámica’ acogió al Rey. Según costumbre, su salida del Real Sitio se anunció a través de un ‘doble’ de la campana mayor de la Catedral. A su llegada a la capital lo recibió el volteo de las del Salvador.
Para su transporte eligió el señor rey el caballo, que, según las crónicas, ‘manejaba con gran destreza’. Al dúo (caballo/jinete) lo acompañaba escolta de guardias de Corps (2) vistiendo traje ‘de su mejor gala’. La entrada a la capital, por El Espolón, dirigiéndose a la Academia de Artillería, donde se ‘apeó’ del alazán y se fue, pasito a pasito, hacia la Plaza Mayor.
En la Puerta de San Martín lo recibió D. Blas, que hizo entrega de llaves de la Ciudad sobre bandeja de plata.
Si el lector relee las notas del comienzo sobre la situación que vivía la ciudad, no encuentre extrañeza si le digo que una gran parte de la población se mostró indiferente al paso del Rey, que tampoco mostró extrañeza por ello.
En la Plaza le rindió honores una columna del batallón de milicianos que llevaba como insignia el pendón morado de Castilla y la banda interpretaba el himno de Saboya (3).
Curioso, cuando menos, fue el observar como Gabriel Leonor, comandante Mayor del batallón, mientras el Rey pasaba revista, llevaba su brazo, en ‘tono’ familiar/compadreo, sobre los hombros del monarca.
Luego, ya en la Casa de la Ciudad, el real visitante se asomó desde el balcón, tomó un refresco en la Sala de la ‘limonada’ y dado que la noche se echaba encima, los asesores —en número menor de 732—, ‘invitaron’ a la marcha.
En el Azoguejo, un caballo inquieto esperaba al Rey. Séquito, escolta y grupo de trabajadores con hachas encendidas lo siguieron, hasta que los viajeros pusieron la segunda marcha y los caballos salieron al trote. Los obreros regresaron.
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(1) Nace en Turín en 1845. Rey de España (1870-1873). Hijo de Víctor Manuel II de Italia y de María Adelaida de Austria. Con la llegada del italiano nace el primer intento en la historia de España de poner en práctica la forma de gobierno de monarquía parlamentaria, a la que en los ambientes políticos se bautizó como monarquía popular o monarquía democrática, que avalaban los progresistas.
(2) Felipe V creó los Guardias de Corps el 21 de junio de 1704 como una escolta de su persona.
(3) ‘Los Saboyanos’ es el himno nacional de Saboya. Fue cantada por primera vez en Chambery 1856. La libertad expresada a través de este himno inspira refugio en Saboya.
