Lejos queda ya la Fase de Ascenso a Segunda B en la que la Gimnástica Segoviana de Antolín Gonzalo hincó la rodilla ante el CD Lugo después de perder (3-1) en el Anxo Carro lucense y empatar (1-1) en La Albuera. Ahora, dieciocho años después, ambos equipos han vuelto a cruzarse en Primera Federación con triunfo gimnástico, cerrando un ciclo de maldiciones deportivas que escocían. Lealtad, Marino de Luanco, Móstoles, Villanovense, Lugo y Villa de Santa Brígida… recitados de corrido como esa letanía que masculla Arya Stark cada noche para que no se olvide de quién ha de vengarse en la saga de Juego de Tronos, de George R.R Martin.
Con Marino, Móstoles y Villanovense se saldaron cuentas hace poco casi de manera consecutiva y ahora le ha tocado al CD Lugo. Lealtad y Villa de Santa Brígida andan por Tercera Federación y no parece que sea fácil alcanzar venganza deportiva en breve. Todo se andará. Recuerdo con verdadero disgusto aquellos ascensos frustrados, pero creo que fueron trascendentales para forjar el tipo de club que ahora es la Segoviana: una estructura honesta, resiliente, solvente, libre de cargas y con un apoyo social y empresarial en aumento. Mucho han tenido que ver los que están al frente de la entidad. Algún día se les valorará como merecen. Mi reconocimiento ya lo tienen.
Todo le sonríe a la Gimnástica en los estertores de 2024 y hasta le toca la lotería de Navidad. Nunca se enfrentó a una exigencia tan grande como a la que se expone cada semana y por el momento sale bien parada e incluso reforzada. En lo deportivo y en lo social. Muy bien.
