Estoy muy cansado de la hipocresía y de la justificación constante de lo injustificable. De la huida a preguntas incómodas, de la falta de transparencia, de la imposibilidad de hacer nada, de los “piquitos de oro” medrando en política. A través del desagüe de la política se están perdiendo —ante la desidia social— los valores morales y democráticos de la sociedad. Lo decía Mazarino en su obra “Breviario para políticos”: Simula, disimula y no te fíes de nadie. Y añadía que la tenencia de un secreto puede ser más peligrosa que un prisionero evadido que hubiera jurado degollarte. Que pregunten a Ábalos para qué vale la lealtad a un partido que olvida sus principios.
Suma y sigue. Mazarino dixit: “el que cambia de opinión y pone tanto ardor en defender hoy lo que denunciaba ayer es evidente que ha sido comprado” Sánchez defendió frente a Rajoy que sin presupuestos había que irse a casa; hoy España está sin presupuestos. Sánchez defendió la imposibilidad de una amnistía y poco después Cerdán repartía promesas y abrazos en Waterloo. Sánchez llegó al Gobierno con una moción de censura contra la corrupción. Eso dijo. Hoy él está rodeado de imputados. Suma y sigue. Sánchez dijo que la mentira debería ser penalizada y sin embargo él ha llegado a presidente mintiendo a los electores. ¿Qué tiene que pasar para que los tramposos se vayan de la política? Como dice mi amigo Daniel San Román lo más doloroso es que hay una parte de la sociedad que aplaude como focas, incluidos medios de comunicación privados alimentados con dinero público. Resulta que el lodo mediático que denuncia Sánchez tal vez sea el barro que los vecinos de Paiporta le lanzaron. Incluso me atrevo a decir que los pactos postelectorales —ahí incluyo a todos los partidos políticos— son un fraude al elector cuanto más —creo recordar que así lo denominó la portavocía del Gobierno— los simples “cambios de criterio”. La política está llena de ganapanes que pasean a Franco en cuanto les aprieta el zapato electoral y de Aldamas que valen más por lo que callan.
Supongo que como decía san Juan de la Cruz para ir donde no sabes, cualquier camino es bueno. Y en eso está el Gobierno en ir donde ni ellos saben por un camino que nadie conoce entre otras cosas porque no dan explicaciones según de qué se trate. ¿Alguien sabe algo de Delcy o del Sahara? Una huida para mantenerse en el poder. Escuchar decir a Otegui que hay que mantener a este Gobierno es para hacérselo mirar. Estamos ante un panorama político intelectualmente rácano, de ombliguismo endogámico y de palmeros de feria. De luces cortas e intereses largos que justifica cualquier cambio de paradigma a cambio de permanecer en el machito de poder. Y eso que soy de los que opinan que España le debe gratitud al socialismo; pero lo que hoy nos gobierna está muy alejado de la socialdemocracia que coadyuvó al estado de bienestar de España. La moderación siempre es buena y, sin embargo, no lo olvidemos, nuestro presidente de Gobierno aseguró en sede parlamentaria que iba a levantar un muro entre los españoles. El cálculo político está por encima de los intereses generales y si quieren algo que lo pidan. ¿De verdad hemos votado para eso?
Los políticos de todo signo se han alejado de la vida de la calle para atrincherarse dentro de su burbuja de partido. Y aquí me voy a referir a la derecha y en concreto a Mazón y la insufrible gestión en los primeros momentos de la Dana. Debería de haber dimitido, aunque solo fuese por su negligencia “in eligendo” de una consejera que no conocía ni los mecanismos que debía dirigir para estas situaciones. Supongo que tendría sus méritos de partido. Del Estado y de toda esta amalgama de intereses políticos, individuos grises al servicio de la causa y declaraciones grandilocuentes y opacas que tapan vergüenzas, solo la Corona está a la altura de lo que cabe esperar de un país como España. Todo lo demás es nepotismo de partida y de partido. Sigo echando de menos las listas electorales abiertas. No nos merecemos esto.
