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«No hay pan ni trabajo para todos»

por José María Martín Sánchez
6 de enero de 2022
JOSE MARIA MARTIN DEPORTES
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¡Oye tú, no te acerques demasiado! (Recordando a Jorge Ilegal)

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¡Déjame que te lo cuente!

Los del Ayuntamiento disponen, de acuerdo con las leyes vigentes, que se realice un censo para saber cuántas personas habitan en la ciudad. Después de sumar todo, año 1889, salen 13.052. Evaluando también las preguntas del ‘estado’ de la sociedad segoviana, se encuentran con que existen —también existen—, 1.080 familias pobres. Concretando, conforman un tercio de la población. El alcalde, Fco. Pérez Castrobeza, a la pregunta de los concejales en el cónclave semanal ¿qué solución podemos dar?, contesta: «No hay pan ni trabajo para todos».

Así, de los ochocientos obreros inscritos en las ‘listas’ del Ayuntamiento para trabajar (un real/día), sólo lo pudieron hacer menos de 200. El estado de fondos de la entidad municipal era en esa fecha de 1.625 pesetas.

Me permiten: ¿esto ‘solo’ son cosas de ayer?

También podría ser de su interés…

Permaneció Juan José Martínez Escalzo ocho años al frente de la diócesis de Segovia. De origen navarro, con anterioridad había desempeñado el cargo de Inquisidor en la Corte Suprema cordobesa. Al quedar libre la sede obispal de aquí, el que era Rey de las Españas, Carlos III, propuso al señor Escalzo para ocupar la mitra vacante. La propuesta —cosa ‘rara’-, fue ‘aceptada’ por el Cabildo segoviano, por lo que desde el 10 de mayo de 1765 el puesto era suyo.

Cierto que hasta cuatro meses después no llegó, pues tuvo que ‘liquidar’ los papeles de su trabajo de inquisidor. Pasito a pasito, el 16 de septiembre entraba en la ciudad bajo el fuerte martilleo del badajo sobre las campanas.

El cabildo, dado que lo tenía por costumbre/tradición, aprobó concederle un regalo a su llegada. Fue un pectoral esmaltado, anillo, mitra y pontifical, considerando que ello era suficiente. Digamos, con verdad, que el señor obispo, además de haber tenido el honor de consagrar la Catedral en 1768, realizó una eficiente labor.

De ello, dio fe el escribano de la ciudad, Lorenzo de Sierras

Un ejemplo. Después de pensarlo un rato y de hacérselo llegar al Cabildo, encargó, enero de 1770, la instalación, tras construcción, del segundo órgano de la Catedral, coste que cargó a su cuenta ‘bancaria’ personal. El contrato lo firmaron José de Echevarría (organista), y en su nombre el arcediano de Sepúlveda y fabriquero de la catedral, Miguel de Grijalva. De ello, dio fe el escribano de la ciudad, Lorenzo de Sierras.

Dos años más tarde el órgano estaba ubicado y la obra concluida. La decisión le había costado al obispo la ‘tontería’ monetaria de ¡500.000 reales de vellón! Les podía contar cómo se llegó a esa cifra describiendo partida por partida pero mejor no ser cansino.

Al despertar de un nuevo día, cuando ya llevaba cinco años de segoviano de adopción, estando en el castillo de Turégano, se dirigió al Cabildo para pedir:

– «Quiero a mi muerte ser enterrado en la Catedral, por lo que solicito a tal efecto una capilla. Los gastos de las obras serán pagados por mí».

Aceptada su petición, los del Cabildo le conceden la capilla de ‘San Antonio de los Monagos’, situada en la girola, que, dicho sea con verdad, estaba hecha unos zorros. Las obras de la referida se iniciaron a finales del XVIII. Martínez Escalzo quiso que el lugar donde él iba a reposar estuviera dedicado a San Geroteo, al que atribuyen haber sido obispo de nuestra ciudad (¿seguro?). En el diseño de la capilla estaban dos efigies, a la derecha San Juan Bautista, a la ‘zocata’ San Vicente Ferrer. La de Geroteo tenía seis pies de alta y las de sus compañeros cuatro y medio. Fue su autor Manuel Adeva Pacheco.

El obispo falleció un año y pico antes del final de obra

El obispo falleció un año y pico antes del final de obra. El total de coste, incluida la rejería, que hubieron de transportar desde Elgoibar con un peso total de quinientas arrobas, fue de 254.077 reales de vellón (1). El punto final se puso el día 7 de marzo de 1774. Había muerto el 6 de diciembre de 1773.

La primera misa oficiada en la nueva capilla estuvo a cargo del referido arcediano de Sepúlveda. Para entonces, aunque se retrasó lo ‘suyo’, ya estaba colocada la lápida que cerró el lecho final de Juan José Martínez Escalzo. Era lunes, por concreta seña.


(1) Con un euro actual se comprarían 266,22 reales antiguos de vellón. Un huevo costaba dos reales, dos días de trabajo de un peón.

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