Esperemos que esta vez la ciencia vaya por delante de la naturaleza, porque hubo fiestas. No al uso, ya que echamos de menos aquello que más nos motiva a los cuellaranos y visitantes: el pregón y los encierros. Podría decirse que esto es faltar todo, pero que hubo fiesta eso es seguro. Como estaba prevista desde hacía tiempo.
Primero porque se han visto favorecidas por la organización de actos que incitan a ello, siendo innecesario descargar la responsabilidad sobre el ciudadano; y segundo porque, aunque suene a excusa, somos humanos. Por una parte necesitamos acercarnos a nuestra vida normal y por supuesto disfrutar de estos días tan deseados por nosotros. Y por otra, nos hemos creído inmunes tras la vacuna, no estando preparados para asumir compromisos más allá de nuestro pequeño círculo vital. Este fin de semana nos hemos divertido, en general, como lo venimos haciendo durante las últimas dos o tres décadas.
Ya veremos qué cambia la pandemia; quizá nada. Lo cierto es que durante los últimos años, nuestras costumbres respecto a estos días han cambiado sustancialmente, mientras que la organización de eventos sigue anclada en un tiempo pasado. Tal vez este periodo, mal llamadas ‘no fiestas’, debiera servir para reflexionar al respecto y afrontar un futuro más atractivo.
