Pregunta tonta de la semana: ¿el deporte hace millonarios o no? Posible contestación ‘según cuando, dónde y en qué deporte’. Cuando de dinero y deporte –fútbol- se habla, en la conversación salen nombres como Real Madrid y Barcelona. Son, conforman, empresas que se juegan casi todo de temporada en temporada. De ahí que incorporen, paguen bien, otras veces muy bien, y extraordinariamente bien a determinados nombres.
Ejemplos. El argentino Leonel Messi, que llegó al Barcelona de niño, por lo que el club no tuvo que pagar ni un euro por ello, pero al que su trabajo, su buen trabajo, propició millones a su bolsillo y debió proporcionar (aunque permítanme la duda…) rentabilidad económica al club. En ese mismo camino se encuentra el funchalense Cristiano Ronaldo. Trabajó para muchos clubes, pero fue el Real Madrid, al que prestó buenos servicios, en el que aumentó su fama y también su cuenta personal.
Hay más nombres, muchos otros futbolistas que, por trabajar en clubes que generan grandes ingresos, también se hicieron millonarios. ¿Y si nos vamos a la otra parte? Frente a las figuras hay miles de jugadores -sin los que las figuras lo serían mucho menos-, con salarios para vivir, ahorrando lo que pueden porque su trayectoria en el fútbol es corta. Y aún quedaría un tercer colectivo, el que jugando en categorías nacionales se queda en el salario mínimo.
No es oro todo lo que reluce alrededor del fútbol. Donde, con las excepciones que se consideren oportunas, si el espectáculo genera medios económicos el trabajador debería estar mejor pagado. Son muchísimos los que llegan y su ilusión se queda en la mitad. Y quienes exigen, ellos y ellas, más de lo que generan – no se olvide este componente-, puede que tengan que cambiar de ‘profesión’. Algo que no solo ocurre en el fútbol.
