El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, confesó en los últimos días ante su consejo de seguridad su preocupación ante la posibilidad de que Irán cumpla las condiciones del acuerdo internacional sobre su programa nuclear porque ello relajaría la vigilancia sobre su supuesto proyecto para fabricar una bomba atómica.
Fuentes de seguridad israelíes informaron de una reunión de emergencia celebrada el pasado 3 de abril, un día después del acuerdo de Lausana por el que Irán se comprometió a despejar las dudas de la comunidad internacional sobre su programa.
La reunión secreta tuvo lugar después de una “tensa”, según las fuentes del ‘Haaretz’, conversación telefónica entre Netanyahu y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en la que el primer ministro israelí expresó su completa disconformidad sobre el acuerdo en este sentido.
Nada más colgar el teléfono, Netanyahu convocó la reunión, donde el primer ministro “se quedó a gusto” —siempre según estas fuentes— criticando el acuerdo nuclear y la manera en la que Estados Unidos había desarrollado las negociaciones con el enemigo más encarnizado de los israelíes en este caso.
“Netanyahu duda de que pueda pillar a los iraníes haciendo trampa porque cree que, como el pacto se ratifique en junio, van a cumplir los términos del acuerdo hasta la última coma”, explicaron estas fuentes. Para el primer ministro puede suponer un problema muy grave a medio plazo, diez, quince años, porque para entonces Irán será visto como un país “normal” del que nada hay que temer en este sentido.
Traspaso de la línea
Asimismo el presidente estadounidense, Barack Obama, criticó que el “partidisimo” haya “traspasado la línea” ante el acuerdo marco que alcanzó su Gobierno con Irán respecto a su programa nuclear, que incluye la rebaja de sanciones por parte de Estados Unidos.
Obama abordó el acuerdo marco durante la rueda de la Cumbre de las Américas. El mandatario se mostró optimista sobre el acuerdo con Irán pese a las declaraciones realizadas por el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, que aseguró que no se garantizaría el acceso a las instalaciones militares a los expertos internacionales, una de las líneas rojas de EEUU en este caso.
Obama afirmó que no le sorprendieron las declaraciones. “Tienen sus propias políticas”.