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Navares de las Cuevas

por Fotografías: Enrique del Barrio Arribas. Textos: Guillermo Herrero Gómez
23 de diciembre de 2023
en Segovia
Vista aérea.

Vista aérea.

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En la cara oeste de Peñalara (II)

En la cara oeste de Peñalara (I)

Siguiendo la estela de la Cañada Real Soriana

En la falda de la Sierra de Pradales se levantó, hace cerca de mil años, el lugar de Navares, escenario relevante en la historia de las tierras segovianas, pues fue precisamente aquí donde el rey Alfonso VI firmó, en 1076, la donación al monasterio de Silos del sitio donde descansaba el cuerpo de San Frutos. Sabedor de la trascendencia de tal hecho, el caminante tiene la sensación, al llegar al pueblo, de entrar en un escenario histórico, donde se podría topar con un caballero medieval o un pío clérigo. Así que, respetuosamente, se coloca en el centro de la plaza –una de las más graciosas de la provincia, dicho sea de paso-, y deja a su imaginación echar a volar, para que invente escenas pretéritas acaso acaecidas en ese punto.

La plaza es, sin duda, el eje de Navares de las Cuevas. Ocupa una pequeña meseta caprichosamente colocada en la suave ladera donde el pueblo está anclado. Todo gira en torno a la plaza. En uno de sus lados está la iglesia de San Mamés, mostrando su atrio. Enfrente del templo, aunque a una cota más baja, el Ayuntamiento. Y a escasos metros de la casa consistorial, pero todavía a menor altura, los longevos muros del palacio del Marqués de Revilla. Por si quedaba alguna duda de dónde residían físicamente las instituciones que ostentaban el poder local, en el centro del ágora se plantó un rollo de jurisdicción, al que el paso del tiempo ha hurtado su remate superior. Pero la plaza no era solo para capellanes, concejales y jueces; fue, y sigue siendo, el espacio predilecto de reunión y convivencia de los lugareños, la habitación principal de la casa, donde suceden los acontecimientos principales, como el anual alzamiento del mayo.

Ayuntamiento de Navares de las Cuevas.
Ayuntamiento de Navares de las Cuevas.

Además de por su inacabable historia y sus estéticos monumentos, lo cierto es que Navares de las Cuevas despierta simpatías. Posiblemente en ello ha influido su lucha contra la despoblación del medio rural. Porque previamente a la moda de hablar de ‘la España vaciada’, aquí ya se habían librado varias batallas contra el éxodo. Algunos de esos episodios tuvieron repercusión nacional, como cuando se creó la Asociación de Alcaldes de Municipios Españoles con Concejo Abierto (ACA), con la declarada pretensión de reunir a los regidores de pueblos pequeños, en los que las decisiones se tomaban en asamblea vecinal. O cuando, para atraer nuevos pobladores, se proyectó la realización de un reality show televisivo, cuyo premio para los ganadores era una casa en el pueblo. Aquellos lances no dieron el resultado esperado, pero nadie duda de la valentía mostrada.

Navares de las Cuevas sigue, en definitiva, combatiendo por su supervivencia; no se resigna a desaparecer. Y ese espíritu batallador de un pueblo minúsculo genera empatía, pues su lucha es la de toda Castilla.

Huellas de la historia en San Mamés
Ante el ábside de la iglesia de San Mamés mártir, el viajante tiene la impresión de encontrarse ante una iglesia románica. Pero la realidad no es tan simple. Tras cruzar el rústico pórtico que cobija la entrada aparecen tres naves barrocas, construidas en el siglo XVIII, que albergan una buena colección de retablos. Entre ellos, llaman la atención el mayor, con una imagen de San Mamés, y otro ubicado en la nave derecha, donde se encuentra la Virgen de Hortezuela, de la primera mitad del siglo XIII. Pero todavía queda un descubrimiento, la sacristía, ni románica ni barroca sino de estilo gótico. Cada etapa histórica ha dejado, pues, su huella en el edificio. La espadaña, del siglo XVIII, remata el conjunto.

Un esqueleto elegante
“La elegancia no consiste tanto en el traje como en el modo de llevarlo”, escribió el novelista francés Honoré de Balzac. La afirmación puede aplicarse al palacio del Marqués de Revilla, hoy en esqueleto pero sin la dignidad perdida. Fue mandado construir por Cristóbal de Barros y Peralta, el mejor constructor de navíos de guerra del reinado de Felipe II (1527-1598) y artífice de la organización técnica de la escuadra española en Lepanto y de la Armada Invencible. El edificio, levantado en sillería y de planta cuadrada, es sumamente sobrio, en línea con la arquitectura herreriana de la época, siendo su única ornamentación las ventanas rectangulares y la armoniosa portada, donde se sitúan varios escudos del linaje de Cristóbal de Barros y Peralta. Ya en el siglo XVIII, el inmueble pasó a propiedad de los marqueses de Revilla, de quienes toma su nombre actual.

Palacio del Marqués de Revilla.
Palacio del Marqués de Revilla.

La asombrosa ermita
Sería pecado marchar de Navares de las Cuevas sin antes visitar la ermita de Nuestra Señora del Barrio, situada junto a la carretera que lleva a Ciruelos. Y allí, tras una breve subida por un camino recientemente adecentado, embelesa sobremanera su portada, donde el arco aparece rodeado por seis arquivoltas, generadoras de un magno efecto de profundidad. Tal portada -inspirada en la del santuario de la Virgen de la Peña, en Sepúlveda, según defiende Juan Manuel Santamaría-, corresponde al segundo momento constructivo de la edificación, bien entrado el siglo XIII. De la primera fase del templo, posiblemente acometida a finales del siglo XI, es su cabecera, cubierta con bóveda de medio cañón, donde en la última restauración aparecieron interesantes pinturas, con restos de un pantocrátor y los cuatro evangelistas. El presbiterio cuenta además con arquería ciega y un retablo que acoge a la Virgen del Barrio, de talla románica.

Ermita de Nuestra Señora del Barrio.
Ermita de Nuestra Señora del Barrio.

Un milagro de la Virgen del Barrio
Debió de ser a finales del siglo XVI o principios del XVII. Y lo explica Pedro de Corral Gamarra, cura de Navares de las Cuevas y Castroserrracín. “Una pared de una casa cayó sobre un niño de tres o cuatro años, al que sacaron muerto de entre los escombros. La madre lo encomendó a la Virgen del Barrio y revivió, viviendo tres o cuatro años sano y bueno”. Recientemente, ese testimonio ha sido recogido por María del Mar Peñas Barroso, en su libro Ermitas, santos y devociones en la diócesis de Segovia (1612).

La villa del ganchillo
Desde 2014, el pueblo se viste en agosto de ganchillo. Quien tuvo la ocurrencia fue Teodora Rodríguez, Dorita, al ver en la televisión algo parecido en Estados Unidos. “¿Y por qué no podemos hacerlo aquí?”, se preguntó. Su respuesta fue inmediata. Y gracias a la implicación de otras mujeres, como Alicia, Conchita o Milagros, el pueblo viste los principales monumentos y el mobiliario urbano con tejidos de ganchillo elaborados por sus vecinas.

Donde lavaban las mujeres
En todos sus parajes, Navares de las Cuevas despide un aroma a las costumbres de antaño. Así ocurre en Fuente Lavar, un lavadero de uso comunal muy próximo a la ermita de Nuestra Señora del Barrio. Se trata de una construcción de planta rectangular y cubierta a dos aguas, cerrada por tres de sus lados con muros de piedra caliza. El agua, nacido en un manantial colindante, entra en el lavadero por una abertura realizada en uno de sus muros, y llega después al pilón, fabricado a ras de suelo, alrededor del cual se ubican grandes piedras, ya desgastadas, donde las mujeres se arrodillaban. ¡Qué conversaciones habrán escuchado estos arcaicos muros mientras las lavanderas hacían su tarea!

Fuente de lavar.
Fuente de lavar.

Las ruinas de San Cristóbal
Entre Navares de las Cuevas y Castroserracín existió un poblado, de nombre San Cristóbal, del que da fe hoy una desvencijada ermita, cuyos muros invitan a pensar en un origen románico. El edificio, de nave única, se construyó en mampostería, con refuerzo de sillería en sus esquinas. Julio Miguel Ángulo intuye que “la ruina sería producto del hundimiento de la cubierta de madera (…), pues el grosor de los muros no parece indicar la existencia de bóveda”.

Ruinas de San Cristobal.
Ruinas de San Cristobal.

Los olvidados colmenares
Resulta inevitable pregonar el rico patrimonio histórico de Navares de las Cuevas. Pero el caminante tiene una espina clavada. Le duele a más no poder el olvido en que han caído los colmenares del pueblo, un conjunto de pequeñas construcciones de sobresaliente interés etnográfico. La despoblación y la muerte de las abejas sentenciaron a la mayoría de estos edificios, llevándolos a la ruina. Hoy, urge salvar a los colmenares. El paradigma de todos ellos quizá sea uno ubicado en un vallejo entre Navares de Enmedio y Navares de las Cuevas, a mano izquierda. ¡Qué maravilla!.

Antiguo colmenar.
Antiguo colmenar.

Extraido del libro
Por el Ochavo de las Pedrizas y Valdenavares (2021)

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Por el Ochavo de las Pedrizas y Valdenavares

Editado por Enrique del Barrio.

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