No puedo –ni quiero- dejar pasar por alto en esta crucial circunstancia la desazón y el asombro que me viene produciendo el contencioso entre el Ministerio para la Transición Ecológica que sostiene la ministra y vicepresidenta del Gobierno, Teresa Ribera (apoyada por la Confederación Hidrográfica del Duero, el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional del Guadarrama, incluso la delegada del Gobierno en Segovia, Lirio Martín, quien se decantaba el otro día por no malgastar el agua para el consumo de la población en innivación artificial desde el arroyo del Telégrafo en Navacerrada en casos puntuales) frente a los defensores de la permanencia de la infraestructura social, deportiva y medioambiental de la emblemática estación de esquí, que se viene usando desde hace más de cien años –donde se forjaron campeones de esquí que imprimieron no poca categoría a la estación y a nuestra tierra- y en la que miles y miles de adolescentes aficionados a la Naturaleza y a la práctica del esquí aprendimos a valorar el medio ambiente y disfrutar del aire libre rodando por aquellas pistas en las que fuimos tan felices, tutelados en la sombra, eso sí, por los hermanos Arias, los Martin Merino, los Fernández Ochoa…Afortunadamente la Resolución del TSJCyL de ayer condenando a la Confederación a reparar los daños causados con el atropello de la arqueta y toma de agua del arroyo El Telégrafo para la fabricación de nieve artificial (aunque queden aún otros flecos pendientes en el contencioso) no deja de venir a poner un poco de orden y ser, digo, una magnífica noticia para los amantes de Navacerrada por cuanto significa de reposición de derechos para el normal funcionamiento de la Estación de esquí.
De todos modos, me parece que lo que subyace en este contencioso viene a ser una más que cerril postura por parte del Gobierno que una reconversión sustentada en el sentido común de lo que podría ser en el futuro aquel pinar y la consiguiente y polémica captación de agua de titularidad municipal de La Granja de San Ildefonso, ahora repuesta. Es más, abundan en esta postura de supervivencia de la estación de Navacerrada las Comunidades de Castilla y León y de Madrid, testimoniadas con la presencia en el puerto el año pasado del Consejero del Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez Quiñones y la propia presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso.
Claro, el asombro viene cuando se explica que estamos hablando de unas instalaciones deportivo-recreativas de 7´6 Has. Frente a las 33.960 Has. del total (una minucia, como se ve) del Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama (2013) que, en su día por cierto, se fijaban esas 7´6 Has.de la estación de Navacerrada como “espacio independiente” incluido el arroyo del Telégrafo cuyas aguas, insisto, se utilizan parcial y esporádicamente para la producción de nieve artificial que, como elemento natural evidentemente, se reconvierte otra vez en aguas que subterráneamente retornan al cauce de donde se tomaron.
Otra cosa es, como apuntaba nuestro periódico el pasado día 23 ese enclave deportivo donde se practica el esquí desde hace cien años (Telégrafo, Escaparate, El Bosque) quedó al margen de la declaración del Parque en 2013 por “considerar que estaba fuera de la zonificación del mismo y se determinó la compatibilidad de usos y la compatibilidad de la Estación. Otra cosa es que ahora se salga por peteneras. Y tanto una como la otra Comunidad –por encima de legalismos sobre la vigencia o no de la concesión y los usos que marcaba el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional- se han pronunciado –con racional criterio de su trascendencia a favor de su supervivencia; si bien asumen la resolución parcial de la Sección Octava del Contencioso Administrativo del TSJM que en sentencia del pasado día 4 anulaba determinadas instalaciones (antiguos albergues, refugios de montaña, construcciones ganaderas, refugios como la Venta Marcelino, casas forestales en Centro Cochino, etc) muy lejos de aplicarse en absoluto a las 7’6 Has de la Estación de Esquí de Navacerrada. Eso es otra cosa.
Y qué decir del sentido común donde debía descansar este litigio más que en su enfrentamiento entre lo político y el puramente deportivo. En ese sentido habría que recordar el uso continuado a lo largo de los años (con exquisito respeto al medio natural por parte de esquiadores y montañeros) al servicio de miles y miles de adolescentes que lo usaron como medio de civilización deportiva de su ocio, por un lado, y como única opción, por otro, para la práctica del esquí en unas pistas próximas y accesibles a sus modestos recursos y economías que limitaban su acceso a otras más lejanas y prohibitivas económica y socialmente. Digo yo que será más educativo y sociológico inclinar a nuestros adolescentes más hacia los deportes en el marco de la Naturaleza que en el uso envilecido de la tables o la digitalización telefónica (que tiempo habrá). Y en esto sí que merecería la pena que el Ministerio de la señora Ribera diera marcha atrás en una reconfortante contrición reponiendo las cosas como estaban. Más aun con la que la caído encima con la Resolución del TSJCyL que comentamos.
Quiero insistir en que pocas –o ninguna que yo recuerde en tantos años de mis vivencias por aquellas nieves- cualquier atrocidad medioambiental. Seguramente era todo lo contrario, la preservación y cuidado de la Naturaleza, en que si acaso incurríamos quienes cada domingo deseado rodábamos por aquellas pistas de aficionados (catalogación que se sigue conservando) donde tan felices éramos. Tal vez Segovia debería despertar y reclamar con contundencia la permanencia deseada y que ahora aparece más clara.
No entro, ni quiero entrar, en otros aspectos positivos derivados del acceso a Navacerrada: sociales, económicos, fomento del transporte, hostelería (todavía recordamos, cómo no) aquella Venta Arias, riesgo del popular Pepe Arias y el olímpico Luis, que allí mamaron y dieron fulgor a Castilla y León; El Pasadoiro, con el buen Manolo y sus huevos fritos, la Sociedad Deportiva Excursionista o el Club Alpino y el Guadarrama. También influyó en el conocimiento del territorio, en su influencia poblacional. etc. Que eso sería objeto de un interesante debate. En cambio el aniquilamiento de Navacerrada como estación de esquí para miles y miles de aficionados ¿a qué podría conducir? A nada.
Sin duda, como decía al principio, se trata de una cerril postura política poco meditada que merecerá la pena reconsiderar con calma y mente abierta. Están en juego muchas conductas adolescentes (y mucho de vida sana para infinidad de adulto) si se les priva de un medio natural para su desarrollo físico y psíquico.
Tal vez, cuando S.M. el Rey Felipe VI venga en Julio a Navacerrada, se le pueda explicar.
