Rafa Nadal se clasificó ayer para las semifinales del Masters 1.000 de Madrid tras imponerse (4-6, 7-6 y 6-0) a un gran David Ferrer que se volvió a topar con su maldición en tierra batida ante el balear, un tanto desconocido y lejos de su mejor nivel en muchos momentos del encuentro.
El alicantino afrontaba el reto de dar la tercera gran sorpresa del torneo, tras las eliminaciones de Novak Djokovic y Roger Federer, y cerca estuvo de lograrlo, ya que tuvo muchas opciones antes de venirse abajo en un tercer set donde el balar demostró el por qué de su condición y su estatus.
Nadal comenzó frío y eso dio ventaja a su oponente, que no es muy amigo de dar concesiones gratuitas. El de Jávea se agarró bien a la pista y tiró de un sensacional revés a dos manos y de su capacidad para aguantar los peloteos para complicar la vida al mallorquín para hacerse con el primer set.
La esperada mejoría de Nadal llegó en los primeros compases del segundo parcial, una ‘locura’ de manga. Por fin encontró su ‘drive’ y con ello el poder dominar a un Ferrer muy firme desde el fondo de la pista. Pero el manacorí no pudo darle continuidad. El de Jávea siguió apretando al máximo hasta que su adversario volvió a encontrar sus mejores golpes para forzar el tercer set, una situación en la que el número cinco del mundo raramente suele fallar.
Más de dos horas de partido y la posibilidad de haber podido sentenciar podían pesar al alicantino para el tercer parcial, con el añadido de si mallorquín acabaría con su irregularidad. La respuesta fue rápida: salvó una bola de rotura y no desaprovechó la que tuvo para poner tierra de por medio (3-0).
Y como dijo Andy Murray hace unos días, el balear aumenta su fortaleza mental y su seguridad en la tierra batida. Con Ferrer controlado y su tenis lejos de los errores, el siete veces ganador de Roland Garros castigó con dureza el buen partido de su compatriota y buscará una nueva final en la Caja Mágica ante su compatriota Pablo Andújar, que apeó al japonés Kei Nishikori por 6-3 y 7-5.
