El español Rafa Nadal volvió a exhibir ayer su clara superioridad de los últimos tiempos sobre Roger Federer al batir al suizo por 7-5 y 6-3 y avanzar a la final del Masters de Londres, el único gran título que aún no ha conquistado. Se enfrentará hoy al ganador de la semifinal entre Novak Djokovic y Stanislas Wawrinka, que, al cierre de esta edición, no había finalizado.
Campeón de los cuatro torneos de Grand Slam, al manacorí le falta aún ganar el Masters, un certamen elitista que todos los grandes tienen en su lista de trofeos.
La de ayer fue la vigésimo segunda victoria de Nadal sobre el helvético en 32 partidos, además de la cuarta del año. El choque, siempre un acontecimiento sobre la pista, fue presentado con la estética de un combate de boxeo en Las Vegas: focos apuntando al centro de la superficie azul y las gradas del O2 oscurecidas, mientras la música latía de fondo.
El mallorquín hizo esperar a su rival un minuto en la red. La lectura de logros en la temporada por parte del presentador marcó un contraste inédito entre ambos, ya que el español ha conseguido 10 torneos mientras que su oponente solo ha firmado uno.
Eso sí, cuando comenzó la enumeración de sus seis coronas en el Masters, el público ovacionó al de Basilea. Nadal no lo sabía en ese momento aún, pero hoy tendrá la oportunidad de inscribir su nombre como ‘maestro de maestros’, un título por el que solo ha podido luchar una vez.
Lo mejor del partido estuvo en el set inicial, con Federer concentrado, preciso y dominante, no solo con su derecha invertida, sino mostrando también solidez, paciencia y versatilidad con su revés.
La gran oportunidad le llegó al helvético con Nadal sacando 2-3 y 15-40. Venía de conectar una buena serie de reveses, pero en el momento decisivo, con tres ‘break points’, llegaron los errores.
El set parecía irse de las manos del balear cuando su contricante encadenó otros tres fallos. No pudo, porque su rival, con iguales dosis de mente y corazón en cada tiro, le devolvió la rotura (5-5).
Pero la diferencia entre el Federer de hoy y el de hace algunas temporadas es que su juego es mucho menos estable que antes. Fue lo que sucedió a renglón seguido, con Nadal quebrando para poco después asegurarse el set por 7-5 en 43 minutos.
Prácticamente ahí se acabó el partido. La raqueta de Basilea ya no tuvo resto físico y mental para plantear la oposición del primer parcial, y en 36 minutos entregó el segundo set por 6-3 y el billete para la gran final.
