El español Rafa Nadal ganó ayer por séptima vez consecutiva el Masters 1.000 de Montecarlo al derrotar en la final a su compatriota David Ferrer por 6-4 y 7-5, y amplió su leyenda en este torneo.
Este es el primer título del año para el balear, el número 30 sobre tierra batida y el 44 de su carrera. Además, le sirve para romper su propio récord en Masters 1.000 al lograr el 19 en la categoría.
El zurdo de Manacor se impuso a Ferrer en dos horas y 16 minutos y su próxima cita será el Conde de Godó, que comienza hoy en Barcelona. Después de las derrotas en las finales de Indian Wells y Miami, la vuelta a Europa ha sido excelente. El mallorquín sigue intratable en el Principado donde lleva ya 39 victorias por solo una derrota. Y si ya tenía el récord de ser el único jugador en la historia en ganar seis veces consecutivas el mismo torneo, ayer amplió aún más esta diferencia.
En la séptima final de un Masters 1.000 entre dos españoles triunfó la lógica, a pesar de que en el Abierto de Australia de este año Ferrer logró imponerse a un lesionado Nadal en tres sets. Ni siquiera el cansancio del partido del pasado sábado contra Murray obró a favor del alicantino, que se plantó en la final sobrado de fuerzas y sin perder una sola manga.
David luchó como de él se esperaba, fajándose con el número uno del mundo en intercambios de hasta 25 golpes, consumiendo juegos de 12 minutos de duración y mostrando sus dejadas, como golpe recurrente para desarbolar al campeón del torneo, o por lo menos intentarlo.
El de Jávea tuvo la oportunidad de alargar la contienda cuando se recuperó de un 4-3 en el segundo set para dominar por 5-4 luego, pero su rival le desquició después y una doble falta y un golpe de derecha fuera, precipitaron su derrota. El número uno del mundo ganó los últimos tres juegos y apuntilló su victoria a la segunda oportunidad al enviar un cruzado de revés ante la subida de su adversario, que estrelló la bola en la red.
Nadal saltó de alegría y extendió los brazos en señal de júbilo. No es para menos, ya ha igualado con 30 títulos en tierra al sueco Bjorn Borg, y a Manuel Orantes. Su objetivo ahora es el austríaco Thomas Muster, con 40 y el argentino Guillermo Vilas, con 45. Muy cerca de cumplir los 25 años, el manacorí tiene a tiro a todos esos jugadores que como él marcaron antes una leyenda.
En la entrega de trofeos, Ferrer se mostró convencido de que tarde o temprano este Masters 1.000 será un día suyo. «El año pasado alcancé aquí las semifinales, este año la final. A ver si el año próximo cae», manifestó.
Por su parte, Nadal señaló que el de Montecarlo es «quizás, el mejor torneo del mundo», y felicitó a su compatriota «por el gran comienzo de temporada que ha hecho. Te deseo lo mejor».
«Es un día muy especial, ganar aquí por séptima vez es mucho más que un sueño, jamás lo pude imaginar. Ha sido un partido muy largo, muy duro físicamente. No dudo si digo que ha sido una victoria complicada», observó el balear. «Lo siento por Ferrer porque por el nivel de juego que tiene merece ganar un torneo de esta categoría y está muy cerca de conseguirlo. Ojalá juguemos la final otra vez en Barcelona».
Por último, elogió el apoyo de su gente durante toda esta semana y el de los príncipes de Mónaco. «Gracias a sus altezas por el gran apoyo que ofrecen a este torneo cada año. Gracias a mi gente, que hace posible que juegue al tenis cada semana», concluyó.
