Las palabras pronunciadas el martes por el líder castellano-manchego, José María Barreda, sugiriendo al presidente Zapatero que remodele y reduzca su Gobierno para intentar transmitir a la ciudadanía la sensación de que también él está preocupado por la crisis y se aplica la receta del sacrificio que reclama para los demás, han caído como una bomba entre los socialistas más ortodoxos. Sabedores de que no hay peor cuña que la de la propia madera, los dirigentes oficialistas de la formación de Ferraz, abonados al monolitismo y poco acostumbrados a los saludables debates internos, se lanzaron ayer al cuello del barón regional.
Amparadas en el anonimato de las siglas, fuentes de la dirección del PSOE filtraron ayer su malestar, y aclararon que no comparten la opinión de Barreda. Los portavoces de la cúpula del partido que sustenta al Gobierno recordaron que cualquier cambio en el Ejecutivo compete en exclusiva a José Luis Rodríguez Zapatero y reprocharon al jefe autonómico que no expresara su opinión en el Comité Federal del pasado sábado y haya recurrido a los medios.
Ya con nombres y apellidos, varios destacados socialistas, también al frente de Ejecutivos autonómicos, replicaron igualmente al manchego. Fue el caso del presidente catalán, José Montilla, quien, olvidando que él es el protagonista de muchos de los entuertos vividos en Ferraz durante los últimos años, proclamó que «hay que ser muy respetuoso con las competencias de un presidente». «A mí no me gustaría que nadie me dijera cuándo tengo que cambiar el Gobierno», advirtió el cordobés.
En la misma línea se expresó el líder de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, quien, en tono jocoso, comentó que prefiere «dejar las cosas como están», ya que, en referencia a la marcha de Chaves a Madrid, recordó que tal decisión le aupó a la jefatura de la región sureña, algo que cambió «su vida».
Y mientras en el PSOE se mascaba el enfado, los populares hicieron bandera de Barreda para llevar el agua a su molino electoral. Así, su responsable económico, Cristóbal Montoro, aseguró que las palabras del manchego evidencian que los problemas para decidir quién será su candidato en las generales «los tiene el PSOE, que determinará si Zapatero es un lastre o no». También se sumó a la polémica el encargado de la política exterior conservadora, Alfredo Prada, quien defendió la necesidad de suprimir varios ministerios «que para lo único que sirven es para tener más gasto público».
