Nadie se cree que ETA haya dado un paso más hacia su disolución con el cese voluntario de Batasuna, que fue creada en 2001 como una refundación de la coalición Euskal Herritarrok (EH) para intentar unir en único partido a los abertzales de izquierda de toda Euskal Herria. Sus componentes eran principalmente miembros de Herri Batasuna (HB) a los que se unieron algunos ex militantes de Abertzaleen Batasuna (AB), la coalición independentista del País Vasco francés, contrarios a la decisión mayoritaria (67 por ciento frente al 29 por ciento) que aprobó permanecer en dicha formación y no integrarse en Batasuna.
Con la refundación y cambio de nombre se pretendía crear un partido político a nivel de toda Euskal Herria, ya que tanto HB como EH eran coaliciones que solo actuaban en las comunidades autónomas españolas de Navarra y País Vasco, y por su parte AB se veía restringido a un País Vasco francés carente además de departamento propio. Mientras tanto, se iban consolidando otras fuerzas que sí abarcaban el conjunto de Euskal Herria, camino éste que iniciara en su día Euskal Herriko Alderdi Sozialista (EHAS), que luego continuó Eusko Alkartasuna (EA) tras su escisión del Partido Nacionalista Vasco y que prosiguió el propio PNV como reacción a la actividad de EA y el nacionalismo de izquierda.
Durante octubre de 2000, en la formación de Batasuna se debatieron cinco ponencias. Al ser rechazada la llamada Aralar de la corriente del mismo nombre, ésta terminó descolgándose para crear más adelante el partido Aralar, argumentando discrepancias con la línea oficial respecto a la acción terrorista de ETA. A su vez, también se descolgaron tanto ANV, que siguió apoyando el proyecto pero quiso mantener su histórica forma de partido autónomo, como el ya citado AB, que, a pesar del abandono del sector afín a Batasuna, se vio consolidado como el referente principal del nacionalismo vasco en el País Vasco francés.
La acción de los jueces españoles y el Gobierno Central, que crearon la Ley de Partidos en 2002, y sobre todo, el apoyo que éstos recibieron de Estrasburgo, dejaron herida de muerte a Batasuna, que sobrevivió como pudo en el sur de Francia.
Posteriormente, la entrada en el juego democrático de formaciones como Bildu, EH Bildu y Amaiur dejaron sin razón de ser a un grupo con muy pocos seguidores.
No obstante, la franquicia sigue ahí, así como sus voceros. Así se explica que el dirigente histórico de la izquierda abertzale Joseba Permach defendiera la soberanía, «pensar como país y actuar como país», para poder «hacer frente a esta nueva oleada neoliberal y centralizadora que viene desde Madrid». Lamentablemente, siguen sin condenar el terrorismo de ETA, que sigue muy viva.
