De vueltas del verano y mientras intentamos, otra cosa es conseguirlo, recolocar algunos datos de la cruda realidad que en forma de crisis financiera nos han echado encima, la Galería ArteSonado de La Granja de S. Ildefonso mantiene abierta una atractiva y novedosa exposición, Música de Cámara. Atractiva y novedosa, por tratarse de una exposición colectiva de artistas jóvenes. Atractiva y novedosa, porque en medio de tantas dudas, recelos y desconfianzas económicas, pero también ideológicas y culturales, se nos ofrece, aunque de forma prudente, nada menos «una especie de mapa esquemático del arte español más joven». Y aunque de forma representativa, con una escasa muestra de cuatro artistas, la exposición se atreve a decirnos que es «un resumen -breve si se quiere pero también certero- del relato del arte más actual», como nos propone José Mª Parreño en un bello e esclarecedor texto en el catálogo de la exposición. Atractiva y novedosa también, porque nos parece muy acertada y relajante no solo la selección de la obras expuestas sino la analogía con la música, una vez más en el contexto neobarroco de La Granja, como un cuarteto de visiones que en su combinatoria y equilibrio de estilos, técnicas, repertorios, cromatismos, timbres, atenciones, vendrían a ofrecernos una cierta armonía canónica del panorama artístico de estos tiempos, ahora que tanto empeño ponemos en romper las narrativas canónicas. Como si alejándonos de ruidos, estruendos y metales, se volviese a una cierta armonía del contrapunto que en absoluto nos libera de la crítica y la innovación, la experimentación y la ironía.
Ante la pretensión modelizante de la exposición, poco más cabe en estas líneas que comentar la propuesta a la que se nos invita. Es atrevido y respetable, y en todo caso sugerente y fecundo, el intento de obtener «una serie de rasgos» comunes que nos den claves y criterios suficientes para repensar, es más, resituarnos en el complejo y a veces caótico panorama de la creación artística actual, hasta el logro de configurar un mapa que represente nuestras búsquedas y urgencias de orientación, significación y valor con un cierto consenso de comunicación y éxito. Y poco importan ahora otras itinerarios y atajos metodológicos o si los procesos son «deductivos» o, tal vez mejor, «inductivos». Qué más da. La propuesta es tan tentadora que a ella nos agarramos, como clavo ardiendo en este marasmo de confusiones.
Al margen de gustos y criterios de selección, poco importan, de nuevo la galería ArteSonado reajusta dimensiones y escalas y acoge en sus paredes mutantes unas obras que nos suscitan y exigen. Las fotografías de Mónica Aranegui son composiciones interiores, relatos mínimos y profundos, ensoñaciones luminosas, del «diario personal» de la artista, en los que el personaje presente-ausente va conformando su identidad más acá del sexo, más allá de los ventanales y de colores («Demeter», 2010), para idealizar un relato edénico y mágico en una bella síntesis digital («In natura», 2009).
Ignacio Chávarri, sublima su experiencia autobiográfica de soledad en Finlandia, en dos series de dibujos – «Man Vs Shape» y «Dibujos satélite»- tan inquietantes como liberadoras, recordando a Munch o a Magritte logra que nos identifiquemos con ese hombrecillo luchando contra las formas, los miedos, los poderes en papel pautado. La experimentación formal y matérica de Mariana Laín, planchas de metacrilato pintadas con acrílico por su parte trasera, crean unos resultados sorprendentes en texturas y profundidades, generando inquietos diálogos entre lo lleno y lo vacío, lo frío y lo cálido, el norte y el sur, lo líquido y lo denso («Perro», 2010 y «Y llegó faena», 2011). Finalmente, Cristina Llanos utiliza un medio tradicional, como la acuarela, pero lo emplea para resignificar imágenes digitales anodinas y contaminar sus mensajes con lenguajes superpuestos y espurios del graffiti urbano, en dormitorios, como espacios privados y caóticos («Habitación Alberto», 2009) y en autorretratos exhibicionistas y estereotipados en las redes («Trío de chicas», 2010).
Y todo este caudal de imágenes alternativas y complementarias, silenciosas y espectaculares, líquidas y pesadas, miedosas y exhibicionistas, es el que, según la lectura que de ellas hace José Mª Parreño, nos permite conformar esa señalética de referencias para conformar y usar el mapa de buena parte de la creación artística actual. Al cuarteto de voces le corresponde cuatro puntos de orientación e interpretación: Tecnología, Transculturación, Figuración y Extimidad. Cierta naturalización digital, contaminación y permeabilidad de prácticas y expresividades, rasgos figurativos de personalidades neutras y anónimas y una pasmosa espectacularización casi obscena de una intimidad cada día más replicada y homogénea, sirvan al arte para espejearnos en una identidad líquida y caótica, que se conforma y consume, que se crea y destruye a la par. Bella y sugerente propuesta, sin duda, hasta septiembre en la Galería ArteSonado.
LUGAR: Galería ArteSonado.
C/ del Rey, 9. 40100 La Granja de S. Ildefonso
HORARIO: De viernes a domingo y festivos, de 10’00 a 14’00 hs y de 16’00 a 20’00 hs. Otros días: previa cita
(629 812 291). Del 28 de julio al 16 de septiembre de 2012
