El Adelantado de Segovia
viernes, 28 noviembre 2025
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN
El Adelantado de Segovia

Música andaluza

por Redacción
27 de abril de 2012
en Segovia
La bailaora Katia Moro

La bailaora Katia Moro

Compartir en FacebookCompartir en XCompartir en WhatsApp

Un concierto de Vivaldi por Navidad

El IES ‘Sierra de Ayllón’ dedica una jornada a la música para celebrar Santa Cecilia

‘El misterioso caso del asesinato del tosedor de conciertos’, en dos conciertos de la Orquesta Sinfónica de Segovia

Este concierto de la Filarmónica, con excelente entrada de público en una tarde de partido de fútbol importante y de tiempo invernal de primavera, se vio recompensado con un resultado que conquistó al respetable.

La presentación de un cuarteto, en realidad un trío de instrumentistas arropando a una bailaora, resultó un éxito por la presentación, elegante en el caso de la bailaora, con unos trajes acordes con una presencia sin aspavientos, que dejó unas maneras bellas de entender el baile. Los instrumentistas estuvieron a la altura con un guitarra solista cubano de buen sonido y muy joven, acompañado por un pianista eficaz y una instrumentista de castañuelas dentro de lo correcto.

El programa se basaba en el repertorio de estos compositores nacidos del impulso de Albéniz en su interés de reformar la música española hasta ese momento, andaluza en particular pero con dos bellos ejemplos como son el Asturias y la Castilla del maestro catalán.

La danza, principal gancho del concierto, se tradujo en unos números como fueron las danzas de la primera parte, de Manuel de Falla, la Danza del Molinero y la del Corregidor procedentes de la suite del Sombrero de Tres Picos y la danza primera de la Vida Breve. Otras piezas como el famoso Capricho Árabe de Tárrega o los Recuerdos de la Alhambra tuvieron en la parte solista de la guitarra una importancia en el sonido primordial.

La segunda parte comenzó con el Asturias de Albéniz al piano, buen ejecutante en una pieza difícil, aunque estamos acostumbrados a escucharla tanto que ya no nos damos cuenta de esta dificultad. Pero en las partes bailadas o esbozado solo el baile es donde se lució Katia Moro, en la Evocación solo fueron precisos unos pasos para presentar lo que sería la Guajira de Paco de Lucía a la guitarra de Alí Arango. Un cante de ida y vuelta que trae los aromas de las Antillas pasando por la costa gaditana en el garbo de la bailaora, con un vestido negro y armada con dos abanicos blancos.

La Córdoba de Albéniz sonó al piano de Daniel Ligorio y a las castañuelas de Mar Bezana como la elegancia, limpieza e historia de la ciudad que la inspiró, verdadera joya de la historia de AL-Andalus con sus caballos españoles presentes en todo el mundo.

Cerró el programa la suite del Amor Brujo de don Manuel de Falla donde los amores de Candelas, una joven gitana, y Carmelo se entrechocan con los recuerdos del anterior amor de ella, ya muerto. La interpretación estuvo supeditada al baile elegante de Katia Moro, en esta ocasión con un vestido rojo y mucha pasión contenida en su baile. El final de la danza ritual del fuego selló un concierto que fue muy aplaudido por el público.

FICHA:

Intérpretes: Ali Arango, guitarra. Katia Moro, bailaora. Mar Bezana, castañuelas. Daniel Ligorio, piano. Proyecto Amor Brujo

Obras de: I. Albéniz, F. Tárrega, M. de Falla y P. de Lucía

Fecha: Miércoles 25 de Abril de 2012.

Lugar: Teatro Juan Bravo

Organiza: Sociedad Filarmónica de Segovia

Compartir en Facebook122Compartir en X76Compartir en WhatsApp
El Adelantado de Segovia

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

  • Publicidad
  • Política de cookies
  • Política de privacidad
  • KIOSKOyMÁS
  • Guía de empresas

No Result
View All Result
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda