El Museo del Prado y la National Gallery de Londres presentaron la exposición monográfica —primera en la que Miguel Falomir alterna su papel como director del museo y comisario, en este caso junto al experto de la Universidad de Verona, Enrico María dal Pozzolo— dedicada a Lorenzo Lotto, el retratista del Cinquecento italiano “alejado del ‘mainstream’”. “Como retratista de esa época tenemos también a Tiziano, pero digamos que se ocupaba más de los triunfadores del siglo XVI y, por lo tanto, daba una visión parcial. Los personajes de Lotto están alejados del ‘mainstream’ y de la nobleza y con él se consigue una visión completa del Renacimiento”, señaló Falomir en rueda de prensa.
‘Lorenzo Lotto. Retratos’, que estará hasta el próximo 30 de septiembre con el patrocinio de la Fundación BBVA, reúne algunas de las obas más significativas de este autor, desde ‘Retrato de fraile dominico’ hasta ‘Retrato de un matrimonio’, además de dibujos del artista y algunos objetos característicos de la época.
Poco conocido
Lotto es un artista “poco conocido” en España, tal y como reconoció el propio Falomir —de hecho, tan solo hay tres piezas en museos españoles de este artista, una en el Thyssen y dos en el Prado—. El pintor veneciano nunca fue un pintor de de la Corte, si bien eso sirvió para tener “más libertad” a la hora de pintar unos retratos que recibieron numerosas influencias de la vida nómada de Lotto.
Por ejemplo, ‘Retrato matrimonial’ es una buena muestra de que el pintor “no se limitaba a mostrar personajes, sino a contar una historia”. El Cupido que sonríe burlonamente ante el joven que ofrece un anillo a su pareja es un ejemplo de innovación, pues antes de Lotto nadie había hecho un retrato matrimonial con los dos contrayentes —se pintaban por separado—.
Asimismo, apostó por el formato apaisado en el retrato en lugar del vertical, lo que le permitía “ampliar el campo” de visión e incluir numerosos objetos que hablan de la vida personal de los retratados, sus inquietudes y sus aficiones. “Tenía curiosidad por saber de ellos”, defendió Falomir.
Es por ello que a partir de finales del siglo XIX comenzase a ser visto como el “retratista moderno”, al ser “el primero que se preocupa por los estados de ánimo” de sus retratados. “Lo conseguirá a través de la mirada y los gestos de las personas de los cuadros, pero también con elementos como la lámpara, que simboliza el afán de conocimiento”, añadió el director del Museo del Prado de Madrid ante los medios de comunicación.
