Hace escasas fechas me encontré con una, de mucho tiempo, amiga, profesora que tanto sabe y ama, promueve y defiende, de cultura en general como de Segovia, dos conceptos que contagia con el primer saludo, por lo que hablar con ella es una ósmosis o inyección de saberes y de amor a Segovia.
Conocedora de mi afán de saberes y mi pasión por Segovia y el día a día de su paisanaje, que aunque vallisoletano de naturaleza, pongo mi ocupación y preocupación en lo segoviano, me sugirió que desde estas páginas en las que tanto he defendido y alegado la óptima situación de la actual terminal de autobuses, propusiera la creación de un “Museo de la Trashumancia”, lo que hago gustoso pues me pareció justa y necesaria idea por razones que a continuación expongo.
La primera y general es la palpable afirmación de que una ciudad, y más si es Patrimonio de la Humanidad, cultural y turística, cuanta más oferta de cultura tenga mayores atractivos tendrá para disfrute de propios y oferta a visitantes, y la diversidad de museos es síntoma de cultura, por ello tanto he defendido que a nuestro segoviano de Torreadrada, Ismael Peña, Hijo Predilecto de la Provincia, folclorista, cantautor y coleccionista de más 6000 objetos etnográficos: instrumentos, herramientas, trajes, libros antiguos y raros…, se le facilite sede para un museo en que mostrar parte de esta interesantísima colección que ofrece a su Segovia de forma totalmente altruista; la segunda y no menos importante es que Segovia tiene una larga tradición pañera, lanera y de la vida pastoril y la trashumancia, como lo demuestran que entre 1500 y 1700 Segovia fue la capital industrial de Castilla, por sus paños finos que exportaba a Europa y las Américas; la profusión de esquileos como, el mejor conservado, de Cabanillas del Monte, los de Trescasas y Sonsotos, conocidos como esquileos de El Paular, en los que cada año se esquilaban 40.000 ovejas de lana merina; el Rancho de Alfaro en Sotosalbos, el Palacio del Esquileo, hoy BIC, de los Marqueses de Perales, en El Espinar, los de Ortigosa del Monte, La Losa, Navas de Riofrío, o, en Segovia, el Parque de la Dehesa en el que en un bloque de piedra una inscripción reza: “1454. El Rey de Castilla Don Enrique Cuarto concede esta dehesa de cincuenta obradas al pueblo de Segovia”. En ésta se celebraban dos ferias que así mismo el Señor de Segovia concedió a la que él decía “mi Segovia”. En este parque se han recreado un pilón abrevadero y un chozo de pastor semejante a los de la “Fuente del Infante” (Real Sitio de La Granja) y del Puerto de Malangosto (Sotosalbos). Era descansadero y pasto de los dos mercados de ganado que se celebraban entre San Juan y San Pedro.
Por nuestra provincia de Segovia pasan las cañadas Real Segoviana, Leonesa Oriental, Leonesa Occidental, de La plata o Vizana y la Soriana Occidental. En esta última tiene Prádena un descansadero animado por deliciosas tallas de animales en madera, senda que llaman “Los secretos de la Dehesa”: buho, lagarto ocelado, águila adalberti, zorro, comadreja, corzo, jabalí, realizados por Antonio Blanco en su taller de Cabañas de Polendos….Prádena es tierra de pastores, pastores que con motivo de la anual reunión nacional de montañeros veteranos, nos dieron sus sabrosas migas y “elocuente” caldereta.
Napoleón invadió España buscando la oveja merina, raza protegida por la Mesta, que estaba prohibido sacarla del país sin permiso real. La trashumancia es Patrimonio Cultural Inmaterial.
Junto al Prado Bonal tenemos en Segovia un bonito monumento a la trashumancia, obra del premiadísimo polifacético burgalés, médico, escultor, escritor, poeta, José Antonio Abella.
Los pasados meses de mayo y junio han sido en Segovia pródigos en celebraciones y eventos relacionados con la trashumancia, en Aguilafuente las Jornadas de la Trashumancia, en Villacastín la Asociación de Caballistas ha celebrado la 4ª edición de la trashumancia de bueyes; Sigueruelo en su “Museo de la Trashumancia” ha celebrado las “Jornadas Culturales de las Mujeres en la Trashumancia”; Riaza celebró la “Fiesta del Esquileo”; el 2 de junio Segovia celebraba la “Fiesta de la Trashumancia” con 1500 ovejas merinas y algunas cabras concentradas en el Azoguejo; 800 segovianos participaron de una caldereta.
Segovia que tuvo la prestigiosa Real fábrica de Paños de Ortiz de Paz y la Casa del Sello de Paños, contó con 600 telares y 15 batanes, elaborando 16.000 piezas de paño, industria que daba trabajo a los comerciantes que fueron la auténtica nobleza segoviana, que se les llamaba “señores de los paños”, y al 60% de segovianos, tejedores, apartadores, cardadores, pelaires, tintoreros, tundidores…
Los paños veintosenos y cuatridosenos fabricados en Segovia se daban entre clases privilegiadas, y se decía “hilar fino, como los paños de Segovia”.
Por Guadarrama, “Ciudad Amiga de la Trashumancia” pasó, camino de Madrid, “el rebaño del Concejo de la Mesta”, compuesto por más de 2000 ovejas, cabras y perros, conducidos por nueve pastores, que en la capital del Reino recorrieron de Casa de Campo a Cibeles, lugar en que el alcalde recibió los 50 maravedís acordados por el Honrado Concejo de la Mesta, el 2 de mayo de 1418.
Dicho lo susodicho, creo justificada la propuesta de mi culta y segovianista amiga, de crear en la ciudad un Museo de la Trashumancia, sede que bien podría estar próxima a la estación del tren por el que viajaron rebaños de la trashumancia. Pues propuesta queda, con mi total aval, la idea aportada por mi amiga, cuya identidad prefiere modestamente silenciar, aunque tiempo habrá para que salga a la palestra.
