Se define como ‘teatrero’ y es el padre de algunos de los muñecos más sonados de la última década, como Los Lunnis (Lucho, Lupita y Lunicef), los muñecos visibles en ‘La Gran aventura de Mortadelo y Filemón’ o la mascota solidaria de Unicef: Fredo Fox. Este marionetista lleva más de cuarenta años creando muñecos con el objetivo puesto en el mensaje. Cofundador en los Ochenta de la Compañía Deliciosa Royala, (1986-1992), creó también con Manuel Román, Muñecos Animados, y la Fundación Muñecos para el Desarrollo, cuya misión ha sido desarrollar proyectos de cooperación con muñecos dispuestos a transformar el mundo. Radicado en Segovia y a punto de retirarse del mundo profesional de los muñecos animados, seguirá dedicándose a la formación.
— ¿Cómo empezó todo?, ¿Por qué el mundo de los muñecos o títeres?.
— Empezamos siendo muy jóvenes en un país difícil. Era estudiante de Magisterio, muy interesado en las nuevas tendencias pedagógicas. Empezamos a montar distintos colectivos -hay que situarse en plena Dictadura- y, en ese proceso, nos encontramos con el muñeco y el mundo del objeto. Nos dimos cuenta de que una de las mejores formas de contar cosas era a través de los muñecos. Un muñeco bien hecho, con buena puesta en escena y bien manipulado es, sin duda, el mejor comunicador.
Montamos así la Deliciosa Royala, en 1980, entre titiriteros, músicos y teatreros y, durante 12 años, se convirtió en compañía emblemática del teatro español. Siempre nos hemos reivindicado como compañía de teatro que utiliza como recurso el muñeco.
Y desde el principio tuvimos claro que formábamos parte del tejido industrial y éramos una empresa que tenía que ganar dinero. Inmediatamente hicimos toda la compañía un curso de marketing, contratamos a un experto para aprender. La creación artística de muñecos no está reñida con su rentabilidad; al revés: se necesitan mutuamente.
— Vive en Valsaín, trabaja desde aquí y desde Madrid y viaja por medio mundo.
¿Qué tiene Segovia que atrae a marionetistas y titiriteros?
— Bueno, en realidad yo nací en Melilla, pero gran parte de mi familia materna vivía en Segovia. Mi abuelo segoviano conoció a mi abuela haciendo la mili en Melilla y se vinieron aquí.
Desde pequeños hemos venido a Segovia, pasábamos los veranos y hubo un momento en que mi familia se trasladó a Madrid, pero seguíamos viniendo en vacaciones. Ya de mayor, con mi compañera, Lua, descubrimos Valsaín y nos enamoramos de esto. Aquí nacieron mis hijas y decidimos invertir la cotidianeidad: vivir en Valsaín e ir y venir para trabajar desde Madrid. El nombre de Segovia quien lo liga a los títeres es Julio Michel, el creador del mejor Festival del género: Titirimundi. A partir de ahí, su repercusión es tal que, por supuesto, influye en la creación de otras compañías de títeres.
— Hablaba de las nuevas tendencias pedagógicas, Antonio Aragón, ¿llegó a practicar el Magisterio con muñecos?
— Jamás. Ni siquiera terminé la carrera. Enseguida me fui al mundo de la animación. Cuando empieza en España a trabajar Acción Educativa, empezamos a desarrollar otras técnicas que no se enseñaban en ningún lugar. Fuimos algo pioneros, que aprendimos esas técnicas y las enseñamos a otra gente. Hicimos muchísimos cursos de formación en todo el mundo, enseñando esas otras técnicas para hacer y contar con muñecos. Pero eso es otro magisterio.
— ¿Cuáles son las claves de la comunicación con muñecos?
— Soy un creador de muñecos desde el ámbito de la gestión y de la producción. Esta pregunta se la cuento a los alumnos el primer día de clase de producción. El secreto de toda actividad creativa reside en una formula que un amigo del mundo de la animación me contó: ‘T’ elevado al cubo + ‘P’; es decir: Trabajo, tesón, talento y pasión. Ahí está el secreto. Que la inspiración, te coja trabajando. Hay que estudiar mucho, trabajar mucho y luego ese trabajo en algún momento puede dar lugar a la inspiración.
— ¿Cómo se produce el salto de la Deliciosa Royala al mundo televisivo?
— De forma muy natural. La Deliciosa Royala dura 12 años; del 80 al 92 y, al final, como muchos titiriteros, siempre estuvimos fascinados por el gran Jim Henson, que descubre el lenguaje de los Muppets y el Muppetshow y resuelve cómo puede enfrentarse el muñeco a la cámara. Hay pocos elementos tan fascinantes y mágicos. Y hay que tener en cuenta que se produce en un momento en el que la televisión está comenzando; no existe el 3D y el objeto es un ser animado que se engancha a la cámara.
— Pero La Deliciosa Royala era una compañía teatral.
— Sí, pero siempre había investigado mucho. Durante doce años y doce montajes, nunca habíamos hecho uno igual a otro. Hurgábamos en técnicas, trabajamos el hilo, el guante, el grandísimo formato, hacíamos de todo y nos apetecía probar el mundo de la televisión. Empezábamos a trabajar en ello cuando, un día, Guillermo Fesser, el humorista de GomaEspuma, nos plantea que le gustaría trasladar el humor de los Gomaespuma al mundo televisivo con muñecos. Vimos que era nuestra oportunidad. Hicimos la primera producción que salió en España con muñecos para adultos. Aquel programa se convirtió en algo de culto. Mandamos a Manuel, nuestro socio, a Nueva York para que aprendiera con el propio Henson (fallecido en 1990) e hicimos aquella producción de Gomaespuma para Tele5. Enseguida empezaron a surgirnos cosas. Nos llamaron de TVE para hacer el gran circo. Miliki padre era quien lo hacía y nos pidió que hiciéramos la trastienda con muñecos.
En un año, el primero de dedicación a la televisión, nos encargaron dos producciones: para Tele5 y TVE .Y entonces dijimos ¡esto está ‘chupao’!, pero no: los dos programas se cayeron y nos quedamos con una estructura gigante montada.
— ¿Es cuándo Deliciosa Royala se convierte en Muñecos Animados?.
— Sí, porque nos dimos cuenta de que queríamos seguir haciendo televisión.
Lo hacíamos bien, pero necesitábamos trabajar con una estructura más ágil y decidimos reconstruirnos para el mundo audiovisual. Deshicimos Deliciosa Royala y Manuel y yo montamos Muñecos Animados; una empresa mucho más pequeñita, que podía crecer.
— ¿Centrados en la televisión?.
— Sí, pero sin abandonar el teatro. Teniendo presente que la televisión no admite riesgo, no te permite jugar tanto como el ámbito teatral. Y entonces nos gustaba seguir investigando y siempre habíamos trabajado con distintos profesionales de distintas áreas y a nuestros muñecos siempre les daban vida actores de las escuelas de Arte Dramático. Esos actores nos reclamaban volver al teatro. Nuestra fuente de inspiración siempre ha estado en el teatro. Siendo Muñecos Animados hicimos ‘Paella’, un espectáculo que estuvo en Titirimundi y luego recibió muchos premios. Después, hicimos La Reina de las nieves, un musical familiar, de gran formato, antes de que estuvieran de moda los musicales. Después, con Fernando Argenta, trabajamos para el Conciertazo de TVE, hicimos un espectáculo con muñecos y una banda de jazz. El teatro nunca lo hemos abandonado.
— ¿ Cuando empieza Muñecos para el Desarrollo?
— Es una Fundación claramente segoviana pero con carácter internacional. La feliz culpa la tiene Julio Michel, al que le invitan a ir al único festival de Títeres de África, en Níger. Él no podía ir, coincidía con un Titirimundi, y me pidió que fuera. Así lo hice. Llegué a Níger, conocí a muchos marionetistas y titiriteros siendo, entonces, Níger el país más pobre del mundo. Aquello me removió muchísimo.
Ya hacíamos televisión y al director del festival de Níger le llevé como regalo los videos de las producciones que habíamos hecho: los Lunnis y otros. Vio aquello y me pidió impartir alguna conferencia a los titiriteros africanos para que supieran lo que podía hacerse. El muñeco es un recurso común a todas las culturas del mundo. Desde el principio de los tiempos se utilizan objetos para comunicar. Además, el muñeco es un recurso muy cercano y muy barato, porque se hacen con lo que tienes a tu alrededor. Ellos hacían espectáculos fantásticos con lo que tenían. La tecnología había simplificado los procesos así que pensé: ‘Hemos aprendido a hacer muñecos y a enfrentarnos a la cámara, habrá que compartir este conocimiento con los países en desarrollo para que puedan hacer sus programas de TV y contar sus historias, que no tengan que comprar series norteamericanas todo el tiempo’.
La mejor forma era compartir el conocimiento. En el avión me escribí un proyecto e inmediatamente me fui a la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo, AECID y dije: se me ha ocurrido esto. Me dijeron ¡fantástico!. Era una forma de crear tejido industrial en los países en Desarrollo, pero esto no se podía hacer desde una empresa; había que hacerlo desde una Fundación. Y así se constituyó Muñecos para el Desarrollo. Organizamos en Segovia un seminario, reunimos a los 5 países africanos que iban a participar en el proyecto y a 5 países centroamericanos. Fue un congreso de 30 personas y pusimos en marcha la iniciativa formativa en torno al mundo de los muñecos y la televisión. Fue hace 9 años. Creamos ese proyecto y la formación se desarrolló en la República Dominicana. Enseñamos a hacer televisión con muñecos.
— ¿Y cual ha sido el resultado?
— Fue impresionante y se desconoce, porque las instituciones no hacen seguimiento. Pero de ahí, en Centroamérica, surgieron profesionales que han montado empresas y han hecho televisión con muñecos; en Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Honduras y República Dominicana. Tenemos una red que es un orgullo, ahora fácil de seguir a través de Internet. Es uno de los proyectos más gratificantes que he puesto en marcha.
— ¿Y en África no pudo ser?.
— No, porque en ese momento llegó la crisis, se agotaron los fondos y dejamos a los amigos titiriteros africanos algo abandonados. En Senegal y Guinea Ecuatorial se impartieron algunas conferencias, pero no pudimos desarrollar los cursos integrales como en Centroamérica, que abordaban producción, distribución, construcción, manipulación y acuerdos con las televisiones públicas de cada país para entrar y grabar cada semana un pequeño programa con muñecos construidos por ellos mismos.
Hacían en platós las prácticas reales porque cerramos acuerdos con cada televisión pública para que les apoyaran en la realización de sus propias experiencias audiovisuales. Desde la Fundación no hemos enseñado a hacer teatro con títeres sino a hacer televisión con títeres. Hemos formado a productoras de televisión.
— Hablemos del proceso de creación. ¿Cómo surge un personaje como Fredo Fox?, un zorro verde, con nariz colorada, chaleco corto y pajarita.
— Casi, como en la vida: se gana su existencia sobresaliendo (se ríe). El proyecto de la Fundación era haber hecho una coproducción internacional entre todos aquellos países. Habíamos ideado un proyecto, ‘Amigos’ como un barco de Noé que viajaba por el mundo, llegando a puertos y conociendo otras culturas. Era el resultado final: íbamos a hacer una coproducción internacional. La crisis acabó con ello. Se hizo la formación pero no se pudo hacer la producción y ya habíamos construido los muñecos que viajaban en ese barco y uno de ellos era Fredo Fox. Cuando fuimos a formar a la República Dominicana nos llevamos treinta muñecos para empezar con ellos las clases de manipulación hasta que ellos construyeran sus propios muñecos. Vimos que todos se peleaban por Fredo Fox. Entre todos los muñecos, Fredo era la atracción y el muñeco empezó a crecer. Luego, actuando en Titirimundi, alguien le pidió a Julio Michel que fuera algún titiritero al Hospital a actuar para los niños ingresados. Manuel cogió a Fredo Fox para ir al hospital. Fue algo mágico lo que ocurrió. Grabamos aquella experiencia y cuando la AECID nos pide que hagamos un proyecto divulgativo desde Muñecos para el Desarrollo, pensamos que, tal y como había funcionado Fredo en el hospital, el proyecto debía hacerse con Fredo Fox. Así fue cómo hicimos los 26 capítulos de la serie documental en la que Fredo Fox recorre Centroamérica, visitando proyectos de cooperación al desarrollo, para contarles a los niños qué es la cooperación, con un lenguaje comprensible.
— Fredo Fox es un superagente de los Derechos de la Infancia. ¿Qué es antes, el concepto o la imagen?, ¿Primero el zorro o la idea a la que da vida Fredo?
— A la par, el propio personaje se anticipa en el resultado porque el proceso creativo lo incluye todo: concepto e imagen.
Cuando terminamos con la AECID es cuando UNICEF se acerca y nos dice que quiere que Fredo Fox sea una especie de mascota. Firmamos un convenio a cuatro años con Unicef y trabaja en exclusiva con ellos, viajando por el mundo para contar a los niños la importancia de los derechos de la infancia.
— ¿Es el último personaje o habrá más?
— Noooo, ya me retiro. Soy un profesional de la marioneta y seguiré vinculado pero desde proyectos formativos. Me gusta formar a jóvenes en países que necesitan esas nuevas oportunidades y voy a viajar por los festivales de títeres encontrándome a muchos amigos que he ido haciendo a lo largo de muchos años. Por ejemplo, he tenido que ir solo al Festival de Charleville, en Francia, en un viaje planeado con Julio Michel.
— ¿Cuál ha sido su relación con Titirimundi y su creador?
— Titirimundi es un festival para mí especial. Julio y yo hemos sido muy amigos y, como compañeros del mismo gremio, hemos hablado mucho de todo y del teatro de títeres y de la producción, que es mi faceta. En 1999 monté la primera oficina para Titirimundi y la primera web, porque así me lo pidió Julio, al que yo llevaba diciéndole algunos años que el Festival había crecido y necesitaba una estructura. Estoy vinculado, primero como compañía, luego desde la organización y, siempre, como público. Es el festival mejor que hay en el mundo y quiero poder contribuir a que siga siéndolo. Así que en esos viajes formativos veré espectáculos que podré recomendar al festival.
— Si la tecnología ha simplificado la animación, supongo que los materiales habrán evolucionado como la concepción misma de los muñecos. ¿Qué tiene el material gomaespuma que no tengan otros?.
— Hemos utilizado todo tipo de materiales para hacer teatro. En cada montaje no solo hemos utilizado técnicas distintas sino materiales diferentes. Lo que ocurre es que en televisión, los materiales nos venían dados, porque los referentes eran el látex, para hacer caricatura social y política: los guiñoles, y aprendimos a trabajar el látex y el fleece para los programas infantiles. Esos materiales para televisión son los que construyen a Fredo, hecho de fleece y espuma reticulada, igual que la Rana Gustavo, creada por Jim Henson. Funcionan bien delante de la cámara y son manipulables con agilidad. Sin embargo, el teatro permite todo tipo de materiales, por eso decía que la fuente de inspiración está en el teatro; es ahí donde investigas, buscas y encuentras.
— Los Lunnis, Los Patata, 7 Pets, ‘Happy Family’ o ‘La cocina de Baldo’ son algunos de los personajes infantiles de su compañía, a la que también se deben las réplicas de los actores de ‘La gran aventura de Mortadelo y Filemón’ -un trabajo reconocido con un Premio Goya-. ¿De qué está más orgulloso?
— Siempre me he encargado de la producción y la gestión, lo que se llama productor ejecutivo, por eso me siento más vinculado a proyectos complicados, de esos que se han conseguido levantar gracias a encontrar la financiación adecuada. Me siento muy orgulloso de la Fundación, que es mi proyecto personal estrella, y especialmente satisfecho de la serie de televisión 7 Pets. Fueron 130 capítulos, de 7 minutos, que fueron posibles porque convencí al Real Madrid de que se vinculara a la Serie y lo financió Caja Madrid íntegramente, con un pastizal que costó producir casi mil minutos de televisión. Logramos tal nivel de calidad que luego lo compró Disney y estoy muy orgullo de esos siete muñecos; unos animales que viven en una cueva debajo de un campo de fútbol en la ciudad deportiva del Real Madrid. Es una serie educativa para enseñar el respeto y la tolerancia desde el deporte a los más jóvenes.
—Llamándose Antonio Aragón, ¿le habrán confundido decenas de veces con Emilio Aragón y su saga?
— Sí, muchísimas veces, pero no tengo parentesco alguno; sí he trabajado mucho con ellos; tanto con Miliki padre, como con Emilio Aragón, en la televisión. Soy Aragón, pero de otra familia, aunque efectivamente, muchos piensen que Aragón viene de la misma saga.
