Es tremedamente curioso como de un tiempo a esta parte, nos intentan explicar a las feministas lo que es el feminismo, y sobre todo cómo quienes intentan hacerlo son siempre los hombres, aunque esto no es más que otro síntoma de cómo se intenta patriarcalizar y tutorizar el pensamiento de las mujeres.
Es tremendamente curioso que un miembro de la Real Academia de la Historia, intente convertir el 8 de marzo en un “homenaje” a las mujeres, invisibilizando la historia de lucha y de conquista que existe tras esa importante fecha. Aunque más bochornoso es, que desde su papel de historiador haga de negacionista, diciendo que “se ha inventado el término feminismo para definir la igualdad entre hombres y mujeres” a pesar de la trayectoria en la historia de la política y de la sociedad que el concepto en sí mismo tiene.
El ocho de marzo no tiene que ver con la “maravilla” de ser mujer, sino con la reivindicación de unos derechos que nos corresponden no por ser mujeres, sino por ser ciudadanas, por ser personas y por ser seres humanos.
Nos matan y nos oprimen por ser mujeres. No se trata de una “batalla entre sexos” como nos quieren hacer ver, ni mucho menos, de hecho no hay cosa más patriarcal que esa definición, y también capitalista (la ley del más fuerte), porque sí, el feminismo es anticapitalista sencillamente porque es el sistema económico que rige en la actualidad nuestras vidas, el sistema que nos ha relegado al ámbito privado, que no ha tenido en cuenta nuestro trabajo de cuidados, y que ha entendido que nuestra “contribución” a la sociedad debía quedarse en casa, y que no olvidó que Adam Smith, padre del liberalismo, cenaba todas las noches, no solo porque alguien le vendiera la carne, o alimentara el ganado y lo trasportara hasta la carnicería, sino porque su madre le hacía la cena.
El feminismo, nada tiene que ver con la ideología de género, en tal caso, la ideología de género sería todo lo contrario, aquella que nos hace perpertuarnos en los roles asignados femeninos y masculinos, donde los hombres no lloran y las mujeres son más sensibles, los hombres visten de azul y las niñas de rosa, y donde si una mujer no es madre, es un ser incompleto, el feminismo lucha contra todo eso.
Pero por donde no pasa el feminismo es por el negacionismo de la violencia machista, todavía nadie ha conseguido explicar por qué más de 1000 mujeres han sido asesinadas desde 2003, desde que hay listas oficiales, si no es por otra razón que un sistema que ha perpetuado durante años y siglos, que las mujeres son un objeto de pertenencia de los hombres. Hablando de datos, hay que decir que el número de víctimas del terrorismo de ETA, totalmente condenable y una aberración, es mucho menor que el de las del machismo. Parece ser que no importa hacer leyes específicas para estas víctimas, y sí para las mujeres. Tampoco nadie ha sabido explicar, aparte de las dichosas subvenciones a organizaciones, por qué no son necesarias estas leyes. Por cierto un matiz, si tuviéramos un Estado capaz de hacer frente a todas las labores que hacen estas organizaciones (protección, acogida, atención psicológica, jurídica, red de casas de acogida, etc…) les puedo asegurar que muchas organizaciones estarían más que contentas de no recibir subvenciones, y seguro que contentas de no existir.
Quizá no son las feministas las que tienen que mirar datos sobre cómo viven las mujeres de otros países, el feminismo es un movimiento internacional, que defiende los derechos de todas y cada una de las mujeres del mundo sin excepción. Por supuesto que tenemos mucho que aprender, para no parecer y ser las blancas del “primer mundo” que decimos al resto lo que tienen que hacer. Pero la negación de la brecha salarial y de una pobreza feminizada, es negar una realidad. Claro que por ley se tiene que pagar en el mismo puesto a un hombre que a una mujer, pero de ahí el concepto o término de brecha salarial, cuando existe un techo de cristal que impide acceder a las mujeres a los puestos de dirección, o cuando los trabajos más precarizados están copados por mujeres, existe brecha salarial. Cuando las familias monomarentales son las más perjudicadas por los desahucios, no pueden pagar la luz, cobran pensiones de viudedad no contributivas, existe pobreza feminizada.
El feminismo es feminismo, es la búsqueda de la igualdad entre mujeres y hombres, no vale negacionismo histórico, y no lo vamos ni a permitir ni consentir, porque eso implicaría la invisibilización del trabajo de miles de compañeras. Tampoco admitimos “el otro feminismo”, el que busca que las mujeres blancas ascendamos en las empresas, a costa de la contratación de niñeras privadas baratas inmigrantes, o de mano de obra barata para nuestras empresas, para que sus hijos e hijas cuenten en las tasas de aumento de población, y la perpetuación de la desigualdad económica, eso no es el feminismo, quizá sea lo que busca el otro.