El infatigable cooperante español Vicente Ferrer falleció ayer a los 89 años en la ciudad india meridional de Anantapur, epicentro de su acción humanitaria, desde donde trabajó por hacer realidad el sueño de acabar con la pobreza y mejorar la vida de los más desfavorecidos.
Ferrer murió en su domicilio, cuando pasaba media hora de las cuatro de la madrugada, acompañado por su esposa Anne, su hijo Moncho y su nuera Vushala, según detalló la portavoz de la Fundación Vicente Ferrer, Blanca Romañá.
El filántropo catalán, que se encontraba en estado crítico, falleció a causa de una parada cardiorrespiratoria después de que en los últimos días su estado de salud se agravara. «Los cooperantes y trabajadores lo están llevando con mucha serenidad, como hubiera sido el deseo de Vicente», relató Romañá.
Justo hace tres meses, Ferrer había sufrido una embolia y había sido posteriormente ingresado en un hospital de la cercana localidad de Vellore, donde permaneció varias semanas hasta que recibió el alta y volvió a su domicilio, en Anantapur, siempre en compañía de los más allegados.
La familia del español está recibiendo las condolencias de los vecinos de la zona, que se han desplazado hasta la sede de la organización fundada por el filántropo catalán. Centenares de residentes de los pueblos próximos a Anantapur, donde la organización lleva a cabo su labor humanitaria, formaron largas colas a las puertas del edificio, donde se ha instalado la capilla ardiente, para despedirse de Ferrer. «Están desolados. La gente está muy triste», aseguró la portavoz de la Fundación.
Romañá explicó que la labor iniciada por Vicente Ferrer «ha cambiado la vida de muchas personas» y que el cooperante llevó a cabo un «sacrificio integrador y no paternalista» que permitía que las personas beneficiadas se implicaran «en el proceso de cambio».
puente entre dos mundos. La fundación ha creado «una red de solidaridad entre los ciudadanos de los pueblos» y los alrededor de 1.800 trabajadores indios de la organización y los 15 cooperantes españoles que trabajan en Anantapur continuarán con la ingente labor emprendida por Ferrer. «Erradicar la pobreza era el auténtico sueño de Vicente. Nuestro propósito es continuar su sueño», aseveró la portavoz.
El ministro consejero de la embajada española en Nueva Delhi, Gonzalo Ortiz, señaló que «la profundidad de la vida de Ferrer no desaparece con su muerte» y destacó que su figura ha sido «un puente entre España y la India». «Los españoles en la India nos quedamos huérfanos. Tuvo una vida plena dedicada a los demás», recordó.
Está previsto que el funeral se celebre el próximo lunes en la sede de la fundación, puntualizó la cónsul española en la India, Laura Oroz, quien añadió que la presencia de autoridades nacionales en el sepelio está condicionada a los deseos de la familia.
La ONG de Ferrer, que lleva su mismo nombre, cubre Anantapur junto a otros 2.277 municipios en el estado meridional de Andhra y beneficia a más de 2,5 millones de personas.
El español, nacido en Barcelona el 9 de abril de 1920, llegó como misionero jesuita en 1952 a la India, pero la suspicacia que despertó su labor forzó su expulsión en 1968. Un año más tarde regresó al país y retomó su tarea en el depauperado estado de Andhra. Abandonó la Compañía de Jesús, se casó con la periodista británica Anne Perry y continuó trabajando por la mejora de las condiciones de vida de las comunidades más desfavorecidas y discriminadas.
El pasado mes de enero, la vicepresidenta del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, entregó la Gran Cruz del Mérito Civil a Vicente Ferrer, quien también fue laureado con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1998.
Ayer, tras conocer su muerte, numerosas personalidades, con los Reyes y los Príncipes de Asturias a la cabeza, así como entidades de todos los ámbitos, lamentaron la noticia. Un estímulo de esperanza, una gran persona, el defensor de los más pobres, un hombre firmemente comprometido contra la pobreza, cooperante infatigable o símbolo de los valores que defiende la Fundación Príncipe de Asturias, fueron algunas de las loas a la figura de Ferrer pronunciadas.
Don Juan Carlos y Doña Sofía hicieron llegar su pésame desde Singapur, primera etapa de un viaje que les llevará a Nueva Zelanda y Australia en visita de Estado, mientras que Don Felipe y Doña Letizia enviaron desde Madrid sus mensajes de condolencia a la familia de Ferrer y a la fundación creada por él en 1994.
Por su parte, la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, trasladó las condolencias del Ejecutivo, y el presidente del PP, Mariano Rajoy, remitió un telegrama a la citada fundación en el que señala que su trabajo permanecerá como «estímulo de esperanza para todos».
Además el presidente de la Generalitat, José Montilla, se refirió a Ferrer como un «catalán universal» que fue ejemplo de «solidaridad y de trabajo en favor de los otros». El presidente del Congreso, José Bono, por su parte, tiene previsto trasladarse a la India para asistir al funeral del cooperante, que será enterrado en Batalapali.
Desde la página web de la Fundación Vicente Ferrer, su viuda, Anna, señaló que su esposo «ha llevado a cabo mucho más que una gran obra en el transcurso de su vida. Ahora ha llegado su momento de descansar en paz, y el nuestro de continuar con la gran labor que él comenzó así como de difundir sus ideales de compromiso con los más desfavorecidos y la acción para remediar el sufrimiento de este mundo».
El padre Ángel, presidente de Mensajeros de la Paz, indicó que el filántropo «no va a morir nunca» y que se trata de uno de los hombres «más santos». A su voz se sumó la de la Agencia Española de Cooperación Internacional (Aecid), quien definió a Ferrer como un «defensor de los derechos humanos, firmemente comprometido con las erradicación de la pobreza en la India».
