Polonia está consternada tras la muerte ayer en accidente aéreo de su presidente, Lech Kaczynski, que falleció en las inmediaciones del aeropuerto ruso de Smolensk cuando se dirigía a una ceremonia de homenaje a las víctimas de Katyn, la matanza de 20.000 oficiales polacos perpetrada por las tropas soviéticas durante la II Guerra Mundial.
Kaczynski, de 60 años, perdió la vida al estrellarse el avión Tupolev 154 en el que viajaba junto a su esposa María y una delegación polaca de alto rango, en la que figuraba el gobernador del Banco Central de Polonia, el presidente del Comité Olímpico, varios jefes del Ejército y buena parte del gabinete presidencial. En el siniestro perecieron todos los pasajeros, 96 personas.
El siniestro se produjo cerca del aeropuerto militar Séverni de Smolensk cuando la aeronave iba a tomar tierra, al parecer en medio de una densa niebla, después de que el piloto rechazara la sugerencia de desviar el vuelo hasta Moscú o Minsk, la capital bielorrusa, según fuentes de la Fiscalía rusa.
La muerte del presidente, que fue confirmada por fuentes rusas poco después del siniestro, sacudió Polonia y mientras el primer ministro, Donald Tusk, convocaba urgentemente a su Gobierno, centenares de ciudadanos se acercaron a la sede presidencial a depositar flores y mensajes de condolencia.
Tusk reunió de inmediato a los miembros de su Ejecutivo y se puso asimismo en contacto con el presidente del Parlamento, Bronislaw Komorowski. De acuerdo a la Constitución, le corresponde a éste, en tanto que jefe de la Cámara, asumir la Presidencia en funciones.
El canal de televisión Rossía 24 transmitió imágenes desde el bosque en el que se estrelló el Túpolev 154, cerca de la ciudad de Smolensk, en las que se pudo ver la cola del avión, un ala y el tren de aterrizaje, destruidos por el impacto contra la tierra, que abrió un descampado en el bosque.
En las imágenes también se apreciaban árboles abatidos durante la catástrofe, multitud de pequeños fragmentos del avión y columnas de humo, aunque las autoridades rusas sostienen que tras el accidente no hubo incendio a bordo de la nave. Equipos de bomberos regaban los restos del aparato y el bosque con ayuda de gruesas mangueras, mientas numerosos socorristas recorrían la zona en busca de cadáveres.
«El avión se preparaba para aterrizar, pero no llegó hasta la pista. Según los primeros datos, la nave aérea se enganchó de los árboles, cayó y quedó destruida. En la catástrofe no hay supervivientes», detalló el gobernador de Smolensk, Serguéi Antufievgener. El piloto del Túpolev-154 realizaba el cuarto intento de aterrizaje cuando ocurrió la desgracia, pues en condiciones de escasa visibilidad previsiblemente descendió demasiado y la nave se enganchó con los árboles.
Las reacciones de duelo de los mandatarios mundiales no se hicieron esperar, pero quien mejor definió la tragedia fue el ex presidente polaco y Premio Nobel de la Paz, Lech Walesa, quien la comparó con la masacre de Katyn: «Entonces murió la elite militar polaca; ahora lo hizo la élite política».
