En una reunión que ERC definió como «la recogida del finiquito» del Estatut, el presidente de la Generalitat, José Montilla, se entrevistó ayer con el inquilino de Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero, a quien, sin demasiada fuerza tras el desmoronamiento que la víspera sufrió el frente catalán que debía defender el texto autonómico, reclamó que se «rehaga el pacto» político para «recuperar íntegramente» el contenido de la normativa tal y como estaba antes de quedar recortada por la sentencia del Tribunal Constitucional. A falta de más concreciones y sin demasiadas bazas para presionar al jefe de PSOE, el cordobés se limitó a reclamar «gestos políticos», «actitudes y comportamientos» para «reparar los daños».
Como no podía ser de otra manera, Montilla puso buena cara al mal tiempo y proclamó que el jefe del Ejecutivo comprendió «este reto», aunque no quiso comentar las palabras de la vicepresidenta De la Vega, quien dejó claro que, por supuesto, el Gobierno hará lo posible para desarrollar «prácticamente todo» el Estatuto, pero siempre «sin ir más allá» de las líneas marcadas por el Constitucional en su sentencia.
«Les aseguro que eso cabe. Y estoy convencida de que eso va a producir esa recuperación de la confianza que se vio de alguna manera afectada por todo lo que se ha vivido estos cuatro años», remachó la socialista en una nueva declaración salomónica que solo anticipa nuevas frustraciones tanto para los españolistas como para los catalanistas.
En todo caso, Montilla, cuyo tono fue notablemente más bajo que días anteriores, cree que es momento de que las instituciones del Estado demuestren «un fuerte impulso político», porque solo así se «podrá superar la desafección» de Cataluña hacia España y se logrará «rehacer el pacto estatutario y reforzar el pacto constitucional». Se trata, explicó el socialista, de demostrar que España y Cataluña pueden «trabajar en un proyecto compartido basado en el respeto a la diversidad». «Yo creo que sí, pero las instituciones del Estado deben cambiar su actitud», advirtió el andaluz de origen.
Por supuesto, semejante indefinición no fue casual y, durante su comparecencia ante los periodistas tras la charla con Zapatero, no supo siquiera concretar qué «gestos» espera del Ejecutivo central, aunque sí insistió en que «la tarea no puede limitarse» a modificar dos o tres leyes y acordar unos cuantos traspasos de competencias. «Hoy -por ayer- no era el momento de pactar un listado, ni un calendario; no venía a eso», justificó el máximo dirigente del PSC en una nueva demostración de debilidad después de la negativa de CiU y ERC a adherirse a sus posturas.
Solamente teorías
Lejos nuevamente de la concreción, Montilla dijo no descartar «en un futuro» una reforma de la «arquitectura constitucional», que no es prioritaria, para abrir paso a un Estado federal que responda a las aspiraciones de autogobierno de Cataluña, porque «cerrar en falso un problema es peor que ningún remedio».
En este punto, citó a Rodríguez Zapatero cuando afirmó que no se puede cerrar la boca a los ciudadanos de Cataluña. «Entre otras cosas -continuó Montilla-, porque somos una nación. No creo que la sociedad española pueda cerrar los ojos, sería no solo cerrar la puerta a las legítimas aspiraciones de Cataluña, sino la constatación del fracaso de una España inclusiva y abierta».
Tales bravatas fueron rápidamente matizadas, desactivadas incluso por De la Vega, quien, en franca oposición con su compañero de la región mediterránea, negó que haya posibilidad de plantear siquiera recurrir al artículo 150.2 de la Constitución -que prevé el traspaso a las autonomías de competencias exclusivas del Estado-, porque «no es necesario» para «desarrollar todo lo que cabe dentro del Estatuto» que, a su modo de ver, llega al «máximo» del autogobierno. En suma, la número dos del Ejecutivo insistió en que es posible un gran desarrollo del Estatuto por el «camino» que marcó el Constitucional y sin salirse de sus «límites».
Con respecto a la petición de gestos para cerrar las heridas «intangibles», la vicepresidenta adelantó que eso se traducirá en «respeto, lealtad y colaboración», y en esa búsqueda de «fórmulas» que permitan desarrollar el autogobierno. Así, reconoció que en Cataluña hay «crispación» y «desafección» -que atribuyó a la «irresponsabilidad» del PP cuando recurrió el texto autonómico- y también «un sentimiento de frustración».
A juicio de De la Vega, aún más difusa que el propio Montilla, para «arreglar» tales problemas es necesaria «buena disposición» y voluntad de «evitar los malentendidos». «Gestos políticos hay muchos para poder hacer y el Gobierno está dispuesto, son buenos porque van a componer un entendimiento querido, deseado y necesario», recalcó la vicepresidenta en lo que bien podría considerarse un monumento a la indefinición.
