Ateo confeso, Juan Carlos Monedero aseguró ayer que le admiraba que un ser tan grande como Dios haya creado cosas tan insignificantes como el hombre. Con frases exotéricas como esta comenzó su intervención el ideólogo de Podemos en la Librería Ícaro.
Y en esa línea restó relevancia a la condición humana. Por ello invitó a “reducir el yo”, y a pensar más en los demás como forma de encontrar un sentido a la vida mundanal. De este modo respondió a la pregunta inicial de Guillermo Sanjuán —trabajador social que lidia con personas que padecen problemas de integración social—, sobre cómo se autodefiniría Monedero. Contestó que aspira a conseguir la “bondad, la belleza y la verdad”.
Y en ese afán de lograr ser “buena gente” encasilló a las personas inteligentes, porque con ello se justifica la existencia de los hombres, “que son dignos de compasión, pues nacemos para morir”, aseguró. “Ser buena gente es la verdadera sabiduría, es lo que nos libra de la arrogancia y de la falsa realidad”, afirmó.
Antes de acudir con su cita a la librería Ícaro, Monedero participó en un acto con numerosos segovianos en la plaza de Santa Eulalia. Allí tuvo que referirse inevitablemente a la política. Habló de Ciudadanos y dijo que está “desinflado”. Reconoció que le “parte el corazón” que Albert Rivera, “derrotado, agotado y sin ideas” fuera capaz de “romperle el brazo” al PSOE y “hacerle comprar una parte de su programa”.
En cuanto a la necesidad de regeneración política, Monedero dijo que no basta con que las “cúpulas de los partidos tradicionales quieran limpiar la cara con jóvenes porque lo que la gente quiere es que no haya caraduras”. Por ello argumentó que “bajar a la calle y recorrer España” es la única solución para regenerar una política “podrida hasta los tuétanos por el bipartidismo”.
También cargó el ideólogo de la formación morada contra Felipe González. Monedero le acusó de grabar vídeos “pidiendo apoyo a un broker iraní que negocia con el petróleo y tiene el dinero en Panamá” y de enviar “cartas de recomendación” a un dictador con la petición de favores.