A muchos les molestaba que el PP no hubiera decidido su voto antes de oír al candidato proponente de la moción. Todos se merecen un respeto, oírles y escucharles. Y luego tomar una decisión. Y no ser como los hooligan de fútbol, que van a favor o en contra sin atender a su cabeza y sólo a su pasión y visceralidad.
Todos sabíamos, bueno casi todos, porque muchos engañados creían que 2+2 eran 5, que numéricamente era imposible que saliera. También sabíamos que el gran beneficiado sería Sánchez y sus socios, pues la confrontación y la división es la gasolina que este gobierno necesita y que, por tanto, Sánchez saldría reforzado y el constitucionalismo perdería. Pero había que escuchar.
Creíamos muchos que ahora que el gobierno de Sánchez e Iglesias estaba más acorralado que nunca, cuando su desastrosa gestión de la crisis sanitaria, económica e institucional está hundiendo a España semana a semana y la desesperación y el miedo de los españoles se dispara, la moción de Vox era un regalo a Sánchez para esconderse y unirse con sus socios. Pero había que escuchar.
Y después de escuchar, creo que no se puede engañar a los españoles y jugar con sus sentimientos, con sus esperanzas e ilusiones. Lo que de verdad importa en estos momentos es salvar la salud y la economía de los españoles y para ello son necesarios planes jurídicos, económicos y sanitarios que den respuesta a los problemas de España, y por ello, presentar una moción sin propuestas, es el peor momento para hacerlo. Pero había que seguir escuchando al candidato, y oírle decir que debe desaparece el Tribunal Constitucional; desaparecer las Comunidades Autónomas –no su reforma–; ir en contra de la diversidad de los españoles, defender un falso proteccionismo aislándonos del mundo, cuestionarse la pertenencia a la UE, que tanto nos ha dado a España y nos tiene que seguir dando, no hace sino caer en dónde la izquierda se siente más cómoda, en la crispación, que puede ser un sunami que acabe con nuestro país. Vox ha canalizado muy bien el cabreo y la indignación de muchos –entre los cuales me incluyo– pero no tiene proyecto ni programa y si confrontación y ninguna tolerancia del que es distinto.
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(*) Diputado nacional del Partido Popular por Segovia.
