Se acercan los momentos críticos de la temporada, donde la delgada línea que separa el éxito del fracaso , a veces por centímetros y otras por segundos, elevarán a los altares o condenarán al Averno a clubes, jugadores, entrenadores…
Para bien o para mal, es algo cíclico que se repite cada vez en períodos más cortos. Anteriormente, el examen final llegaba en Junio. Ahora mismo, el mercado de invierno es época propicia. Es un tsunami que se lleva por delante todo lo que podía estar celebrándose meses atrás. De nada sirven victorias, títulos o ascensos. La memoria tiene (corta) fecha de caducidad y la inmediatez en la que vivimos nos obliga a presenciar nuevos combates sobre la arena, césped o parquet del coliseum. Cuanta más sangre y carnaza, mejor.
Es el paso previo a las prácticas del ‘Fantasy’. Vendo a este, compro al otro… Nada mejor que disparar con pólvora ajena. Además, mañana puedes cambiar de opinión, o mejor, no esperes tanto tiempo, no vaya a ser que tu vecino te robe ese mediocentro que no has visto jugar en tu vida pero te ha dicho un amigo del primo del ayudante del coordinador del juvenil ‘F’ que pinta bien. Ya sabes, no puedes despistarte un segundo.
Quienes decidimos un día, ya sea por afición, necesidad o vocación, formar parte de este circo sabemos a lo que nos exponemos. Lógicamente, los finiquitos no tienen nada que ver dependiendo de la categoría pero el cese o despido nos iguala a todos. Hay quién dice que uno no es entrenador hasta que le echan de un equipo. Personalmente, creo que es más un consuelo para lamerse las heridas uno mismo en el momento del duelo.
Si duro es el momento en el que te comunican que no vas a seguir adelante con tu trabajo, más lo es cuando te das cuenta que las personas que creías cercanas y fieles, cortan toda la comunicación contigo. Te conviertes en un “apestado” en un colectivo que, afortunadamente, sigue contando con personas maravillosas y empáticas, pero silenciadas por el ruido de entrenadores de bambalinas, los que están siempre en la sombra, amparados en el poder del “chisme” y la gratuidad del bulo y la mentira.
Es la vida del entrenador. Habrá tantas historias como locos que siguen dependiendo que la bolita, siempre caprichosa, decida entrar o no en la portería. Por experiencia, se puede ser feliz fuera de focos, dirigiendo un grupo de niños, o una banda en un equipo de un pueblo…y a mucha honra.
Ah! Del barco de Ramsés y Senovilla no me baja nadie. Me quedo siempre con las buenas personas.
