En cualquier profesión, el reconocimiento a la trayectoria profesional no pasa en ocasiones de una pequeña nota de agradecimiento por los servicios prestados o un pequeño obsequio por parte de sus compañeros de empresa o sección. En la Academia de Artillería, estos actos dejan a un lado el protocolo y el formalismo para transformarse en verdaderas lecciones para quienes precederán a los más veteranos en la carrera militar. Así, el patio de ordenes del acuartelamiento de San Francisco fue ayer escenario de la celebración del 40 aniversario de la salida del centro de enseñanza militar de los 44 oficiales de la 262 promoción del arma, que en 1975 iniciaban un recorrido en el que ya apuran sus últimos pasos.
El acto contó con la participación del general de Ejército Jaime Domínguez Buj, jefe del Estado Mayor del Ejército y número uno de la promoción homenajeada, que asistió junto a sus compañeros al acto castrense, presidido en esta ocasión por el director de la Academia de Artillería, Alfredo Sanz y Calabria, y que contó también con la participación de la banda de música del Regimiento Inmemorial del Rey número 1
Fue el general Domínguez Buj quien, en nombre de sus compañeros, dirigiera unas palabras a la formación de alumnos que participó en el acto, así como a los familiares y amigos de los militares de la promoción, en las que destacó los 40 años de servicio a España que caracterizan la vida de todos sus integrantes. En este sentido, señaló que en estas cuatro décadas «hemos sido actores de una profunda evolución de nuestro ejército, al que nos incorporamos desplegados junto a nuestros soldados de reemplazo en el Sahara y al que dejamos con nuestras unidades desplegadas en misiones de paz por todo el mundo, a la altura de las mejores».
Dominguez Buj agradeció al Ejército «que nos ha permitido vivir la extraordinaria aventura de ser militar», y se dirigió a los alumnos de la Academia de Artillería para expresar su confianza en el relevo que representan como oficiales de las Fuerzas Armadas. «Este grupo de hermanos que constituyen la 262 promoción os aseguramos que realmente vale la pena entregarse a este ideal, y poder así, dentro de 40 años decir con el mismo orgullo que hoy lo decimos nosotros: ¡misión cumplida, sin novedad!».
El general director de la Academia aprovechó su discurso para emplear los valores castrenses, intelectuales y humanos de los oficiales de la 262 promoción como ejemplo para los futuros oficiales del arma que se forman en el centro de enseñanza militar. Asi, señaló que en el grupo de veteranos militares «hay magníficos artilleros que dominan los materiales, la táctica, el tiro o la topografía, y a los que el paso del tiempo les convirtió en buenos organizadores, profundos pensadores, estrategas y un largo etcétera; y su mayor recompensa ha sido la satisfacción del deber cumplido y el orgullo de no haber defraudado la confianza de nadie».
Asimismo, pidió a sus veteranos compañeros que se adscriban a sus unidades y permanezcan en contacto con ellas porque su bagaje «es demasiado valioso para que lo tiremos por la borda, y les ruego que hagan uso de su tiempo y su experiencia para acompañarnos en este viaje maravilloso que es la carrera de las armas.
El tradicional homenaje a los que dieron su vida por España tuvo en esta ocasión una especial dedicación al teniente de la 262 promoción Luis Gurrea Serrano, que falleció en acto de servicio en El Aaiún en 1975, pocos meses después de salir de la Academia de Artillería.
