David Villa volvió a liderar a la selección española para salvar el difícil ‘match ball’ que tenía por delante, ante un equipo rocoso, dinámico y mordedor como Chile, y se cita con Portugal en los octavos de final del Mundial de Sudáfrica tras pasar como primera, con lo que, y no es poco, elude a Brasil.
La vigente campeona de Europa cumplió con la obligación a la que se vio abocada con su derrota inicial ante Suiza. Dependía, no obstante, de sí misma, pero no tenía otro remedio que sacar el triunfo en este compromiso de gran enjundia, de los de verdad, ante un oponente correoso, crecido, lanzado y que estaba haciendo un buen fútbol en este torneo.
El conjunto de Del Bosque primero se deshizo de Honduras en Johannesburgo y en Pretoria hizo lo propio con un magnífico conjunto, el que dirige el argentino Marcelo Bielsa, que dominó y fue mejor en el arranque del choque.
Pero la ‘roja’ chilena, la única ‘roja’ que había sobre el césped, porque el combinado nacional vistió con camiseta azul y pantalones y medias blancas, se suicidó con un error del meta de la Real Sociedad Claudio Bravo, muy bien aprovechado por Villa para desnivelar el partido a los 24 minutos.
Para colmo de males para los americanos, y tranquilidad para España, sus duras entradas lastraron al conjunto de Bielsa, que se quedó con un hombre menos por expulsión de Marco Estrada, por una patada sin balón a Fernando Torres, justo en la jugada en la que Andrés Iniesta, con un toque magistral, marcaba el segundo tanto.
El cuadro patrio, que estuvo a merced de su rival en el arranque del duelo, había dado el golpe de gracia. Con el marcador a favor y en superioridad numérica, ya pudo tocar con tranquilidad, sosiego y sin prisas, mientras que el equipo de Bielsa no podía sino perseguir con la mirada el balón.
Eso sí, en esos 23 minutos iniciales, Chile hizo una magnífica demostración. Su presión, anticipación y velocidad fueron para incluirlos en un manual ante unos jugadores españoles atolondrados.
La habilidad de Alexis Sánchez, las rupturas de Valdivia, la rapidez de Beausejour y de Mark González, y el trabajo en la medular de Mauricio Isla y Estrada convirtieron a Chile en la dominadora el juego, mientras Xavi e Iniesta no podían aparecer.
Fueron momentos para la preocupación en el bando hispano, pero un envío en profundidad de Xabi Alonso salió a despejarlo Claudio Bravo, lo hizo mal, entregó el balón a Villa, quien, sin pararlo y pegado a un costado, a unos 40 metros de la portería, lo introdujo en la meta chilena ante el lamento del meta sudamericano.
El equipo de Bielsa no se lo podía creer. Había mandado, había sido superior y estaba por detrás en el marcador. Pero aún en esos momentos mantuvo el tipo y, de no haber sido por Gerard Piqué, podía haber empatado en una escapada de Beausejour.
El segundo castigo, doble, fue el bello gol de Iniesta, con un disparo colocado por la izquierda de la portería de Bravo, y la expulsión en la misma jugada de Estrada por una falta a Fernando Torres.
Ya todo parecía perfectamente encarrilado para España, pero Bielsa aún tenía cartas bajo la manga. En el descanso, dio entrada a Millar y a Paredes; y el primero, nada más iniciarse el segundo tiempo, concedió vida a Chile con un disparo que, tras tocar en Piqué, entró en la meta de un sorprendido Casillas y situó el 1-2 en el electrónico del Loftus Versfeld.
El equipo chileno volvía al partido, sin duda. Para España era un contratiempo en un choque que podía pensarse plácido. Del Bosque optó rápidamente por buscar otro hombre de toque, y decidió dar entrada al centrocampista Cesc Fábregas en lugar de Fernando Torres.
Era un jugador más para tocar y tocar el cuero, para dejar pasar el tiempo y tratar de descomponer más al rearmado cuadro chileno, cuya fe inquebrantable en el trabajo, es más que encomiable.
Con el esquema de la final de la Eurocopa y otros tantos partidos, con tan solo un punta, en este caso Villa, la campeona de Europa mejoró en determinados momentos.
Bien es verdad que las reservas físicas comenzaron a flaquear en el mermado contrincante. Hasta Alexis Sánchez, agotado tras exhibir sus grandes dotes un partido más, tuvo que ser reemplazado, por Orellana.
Además, Maracelo Bielsa comenzó a desesperarse en la zona técnica reservada para los entrenadores. No podía con los nervios. Su equipo luchaba, pero se imponía, aún con excesiva lentitud e imprecisión en los últimos metros, el toque del equipo español, que según pasó el tiempo optó por conformarse mucho más que por buscar un nuevo gol, con lo que el encuentro quedaba más abierto que lo que Del Bosque y los suyos deseaban y, en cualquier momento, Chile podía dar un susto.
Por fortuna para España no llegó tan fatídica circunstancia y el conjunto sudamericano, resguardado por completo en su parcela, no tuvo más fuelle que el justo, aunque el resultado del Suiza-Honduras le fue favorable y también estará en octavos, donde se medirá a Brasil, en tanto que se avista un más que interesante y emocionante duelo ibérico.
