Cuando paseamos por las calles más antiguas de Cuéllar seguimos contemplando y adivinando mucha historia atesorada entre sus muros, pero vemos poco presente y un futuro bastante incierto. Hay calles con un buen número de casas rehabilitadas, otras mantienen un equilibrio entre el abandono y la recuperación, pero quedan todavía unas cuantas calles que están pidiendo a gritos nuevas intervenciones para recuperar lo que en otro tiempo fue un casco histórico vivo y habitado.
Un claro ejemplo es la Calle Segovia. Todavía mantiene un buen número de casas tradicionales humildes y algunas otras solariegas que necesitan una recuperación antes de que terminen por desaparecer como sucedió con las más representativas de la Plaza de la Cruz. Hubo un tiempo en que se pusieron en marcha distintas actuaciones, conocidas como ARI, áreas de rehabilitación integrada, que hicieron posible la rehabilitación de bastantes edificios tradicionales en todo el casco histórico. Es una tarea de los poderes públicos llevar la iniciativa en este aspecto para incentivar y comprometer a los propietarios privados en la rehabilitación de esas viviendas que un día albergaron la vida de Cuéllar.
Llega un tiempo donde habrá dinero público para proyectos innovadores, para proyectos que creen empleo, que asienten población, que eviten la emigración de los más preparados, que diversifiquen los recursos… En fin, todos esos objetivos están implicados en la revitalización de un conjunto histórico que nuestra generación está dejando perder. Cuando veo otros pueblos con un patrimonio semejante siento una sana envidia por su recuperación. Algunas calles de mi pueblo cada vez me recuerdan más a Belchite.
