La eutanasia —muerte sin sufrimiento físico— es una palabra cuya sola mención genera debate.
El psicólogo clínico José Antonio García Marcos comenzó a interesarse por ella de un modo casual, cuando al estudiar la relación entre las enfermedades mentales y la agresividad descubrió lo ocurrido en los hospitales psiquiátricos de Alemania durante el nazismo. “Se diseñó un programa de exterminio de los enfermos mentales que no tenían posibilidades de curación, y a ese programa lo llamaron, de forma eufemística, eutanasia”, explica. El cruel resultado fue la matanza de 200.000 personas.
El profundo conocimiento que llegó a adquirir García Marcos sobre aquel deplorable episodio de la historia le llevó a escribir varias obras, entre ellas la novela “Hadamar primero, Auschwitz después”, donde defiende que las cámaras de gas y los hornos crematorios que se inventaron para aniquilar a los enfermos mentales de seis manicomios sirvieron de macabro “aprendizaje” para planificar el posterior genocidio judío.
Ahora, García Marcos ha decidido publicar un nuevo libro, titulado “La ‘eutanasia’ en la Alemania nazi y su debate en la actualidad” (colección Interciencias, de la UNED), donde analiza formas diferentes de entender el asunto. Después de incidir, en la primera parte de la obra, en lo acaecido en tiempo de Hitler, este psicólogo clínico entra de lleno en las controversias de hoy en día sobre la eutanasia, partiendo de la base de que es un tema “delicado”, “que no tiene una solución fácil”.
Él se posiciona a favor de que los enfermos tengan más capacidad para decidir cómo quieren morir. “Hay que ampliar la libertad individual de las personas a la hora de enfrentarse a la muerte”, defiende.
En su obra, García Marcos dedica un capítulo especial a Holanda, primer país que ha despenalizado la eutanasia, advirtiendo que, a su entender, tal decisión resulta “criticable” por diversos aspectos. En ese país se admite la ‘eutanasia activa’, esto es, que un médico ponga una inyección letal con la intención de causar la muerte al enfermo terminal; y también es legal el ‘suicidio médicamente asistido’, por el que el doctor puede dejar en la mesilla una pastilla al paciente y éste toma la decisión última. “No creo que Holanda sea el modelo a seguir en lo relativo a su forma de abordar la eutanasia, pero en cualquier caso es conveniente que la sociedad continúe debatiendo sobre este controvertido asunto”, agrega el psicólogo clínico.