El candidato laborista en las generales británicas de este jueves, Ed Miliband, asumió la “responsabilidad total y absoluta” del varapalo electoral que dejó a su partido a casi 100 escaños de sus rivales conservadores y anunció ayer su dimisión para permitir la apertura inmediata de un “debate abierto y honesto” sobre el futuro de una formación que ha perdido casi 30 diputados respecto a hace cinco años en este sentido.
En una intervención ante simpatizantes en Londres, Miliband aprovechó para instar a los suyos a conducir este proceso “con el mismo espíritu de civismo y camaradería” que planeaba atribuir al Gobierno, una apelación con la que intentó zanjar potenciales divisiones como las que habían marcado al Laborismo en los últimos años con la guerra abierta entre los ex ‘premier’ Tony Blair y Gordon Brown y la lucha fratricida que él mismo mantuvo en 2010 por el liderazgo en este caso.
“Que el derecho a estar en desacuerdo no nos haga desagradables”, pidió, después de que, durante la campaña, él mismo hubiese reconocido que la disputa con su hermano David por el timón laborista fue “dolorosa”.