Tras pasar varios años investigando en unas reducidas instalaciones de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca, desde que a finales de los 80 se creara el Instituto de Neurociencias de Castilla y León, su director, Miguel Ángel Merchán, ha logrado uno de sus sueños, contar con un edificio propio en el que poder crecer. Ahora anhela un centro de neuroimagen.
¿En qué fase se encuentra la investigación en neurociencias?
Estamos en la década del cerebro. A diferencia de otras ciencias biomédicas, la neurociencia lleva consigo la base biológica y la inteligencia artificial, la robótica y un conjunto de ciencias de la computación. Los modelos que se están generando son muy importantes en la industria de la medicina y de la electrónica. En este momento, es una de las ramas del saber que tiene más incógnitas y más futuro. Este carácter multidisciplinar de la neurociencia hace pensar que en la próxima década vamos a asistir a un período expansivo de enorme importancia.
¿Existe alguna esperanza a corto o medio plazo para poner freno a patologías como el Parkinson y el Alzheimer?
Las enfermedades neurodegenerativas están creciendo por el aumento de la esperanza de vida. Mientras otras partes del organismo se regeneran con mayor facilidad, el sistema nervioso tiene una inmunidad diferente y sus células son muy peculiares. Estas enfermedades son consecuencia de toda esta complejidad del sistema. En un período relativamente corto, un lustro o dos, veremos que habrá muchas patologías, que hoy tienen un tratamiento no demasiado eficaz, que se tratan y se curan.
¿En qué medida el consumo de drogas, el estrés y los hábitos de vida influyen en la aparición de estas enfermedades?
Las enfermedades mentales van a prevalecer, no sé si tanto como las neurodegenerativas, pero bastante. El ritmo de vida actual va a desembocar, probablemente, en un incremento espectacular de la patología mental y de la sordera, que es ya la más prevalente en países como España. Éstas son razones que vienen a generar un panorama más sombrío, todavía, de la patología del sistema nervioso. Si incluyéramos las enfermedades neurodegenerativas, la sordera y las enfermedades mentales, probablemente la patología del sistema nervioso estaría por encima de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
¿Qué puede aportar la neurociencia al tratamiento de la enfermedad mental?
Hay investigación en los campos de la farmacología, de la genética… En su día se habló, y se sigue haciendo, de la vacuna frente al Alzheimer… La neurociencia lo que tiene que aportar es el conocimiento profundo de los mecanismos de la neurodegeneración que desencadenan el proceso que, de momento, hay dificultades para poder pararlo. Se trabaja también en la línea de estimular la plasticidad del sistema nervioso para retrasar la enfermedad en la medida de lo posible. Estamos frente a una patología, el Alzheimer, que si se consigue retrasar diez años, se puede hablar, prácticamente, de curación, porque los pacientes suelen estar en el filo de los 70 y 80 años y más.
Uno de sus próximos sueños es que la Comunidad cuente con un centro de neuroimagen
Debería salir adelante en momentos de mejor bonanza económica. Los modelos animales, por mucho que se reproduzcan, no se pueden comparar con la patología humana porque estamos hablando del sistema nervioso. Lo que nos queda, para enfermedades concretas, es el banco de tejidos pero, sobre todo, las técnicas de neuroimagen. El proyecto incluye unidades asociadas de investigación en la propia técnica, en el propio método. Hay muy pocos centros así en Europa y Estados Unidos, y está demostrado que tienen una enorme rentabilidad en investigación, lo que ocurre es que tiene un desembolso inicial importante. Bien es verdad que las empresas, sobre todo la industria farmacéutica, lo apoyarían. Supondría una inversión de 20 ó 25 millones de euros, que en un período de cuatro años estaría amortizada y en cinco, dando beneficios. Implicaría 15 empleos de alto nivel.
