“La calle” viene a compartir y estar más que de acuerdo en el argumentario expresado por Álvaro Gil Robles (por cierto con bastante más predicamento residencial en Sotosalbos que el paracaidista Javier Maroto advenido recientemente al censo poblacional de residentes con el exclusivo fin de ser designado directamente como senador por el PP por Castilla y León) en cuanto a lo que se refiere sobre los daños medioambientales y extorsión de la población de Sotosalbos con la instalación allí de algo más que un camping caravanero (por mucho que se le quiera disfrazar de “Espacio Natural para autocaravanas) y, por si fuera poco con un “Área de aportación de Residuos de la construcción y demolición de residuos voluminosos y enseres y basuras domésticas entre otras lindezas, aprobado nada menos que por la Comisión Territorial de Medio Ambiente.
Ambos proyectos no suponen ninguna simpleza. Y no precisamente con cierta perspectiva de lo que se les avecina, se ha generado entre la población de Sotosalbos un cierto desasosiego y alarma de lo nefasto que ambas instalaciones pueden resultar para el pueblo, que siempre se ha caracterizado por su extraordinario entorno ganadería sostenible, aprovechamiento de pastos y apacible vida (que sin duda podría verse alterada ahora con semejantes iniciativas) a que no están dispuestos a renunciar para lo que ya han creado la pertinente plataforma (la Asociación para la protección del Patrimonio Ambiental de Sotosalbos) oponiéndose a semejante ocurrencia. Nada menos que 104 parcelas para autocaravanas que ocuparían casi 20.000 m2, 6 bungalos de 40 m2 cada uno, 3 edificaciones en piedra sobre 500m2, aparcamientos para turismos, un lago artificial y una gran cantidad de caminos de interconexión pavimentados y lo que después se añadirá puesto que prevén la presencia de unas 425 personas diarias, que supondría duplicar la actual población, más las 40.000 que se calcula concurrirían en verano. Y,claro, surge la zozobra entre los vecinos pensando en las dificultades para el abastecimiento de agua potable, el sostenimiento del lago artificial, la evacuación y tratamiento de aguas residuales, el bullicio, el riesgo convivencial, etc. Todo ello –sobre todo el cambio que desde el punto de vista medioambiental se produciría- la Plataforma creada estima que la singularidad de este pueblecito segoviano no se merece semejante tratamiento y que prefieren vivir como hasta ahora, que durante siglos no les ha ido mal teniendo en cuenta que con su cuidado y sostenimiento lograron en su día ser declarada “Zona de Singular Valor Ecológico y Medioambiental”. Por eso, quizá, estén todavía más sorprendidos de que la Junta haya dado el visto bueno a ese descabellado proyecto que el vecindario estima podría ubicarse en otro sitio de no tanto valor medioambiental como Sotosalbos.
Pero no acaba ahí el sobresalto de los vecinos (algunos de los cuales ya están empezando a vender apresuradamente sus entrañables parcelas heredadas de sus antepasados dado lo que se avecina). Y a lo del macro camping caravanero, se les castiga con un vertedero de no se sabe que magnitud para recepcionar residuos de construcción, demoliciones de residuos voluminosos y enseres, basura doméstica (y quizá sanitaria como ocurrió con el Vertedero “El Peñigoso”, cuyos residuos y desechos hospitalarios –además de ciertas sustancias tóxicas de ciertos Laboratorios- que todavía siguen dando qué hacer en la SG-20). Todo ello próximo al pueblo y afectando a varias fuentes, según parece, junto a la carretera de Sotosalbos a Pelayos del Arroyo y próximo –para mayor inri- al acceso al camping caravanero. No hay que ser muy torpe para intuir el riesgo que suponen ambos proyectos para el entorno medioambiental y residencial de Sotosalbos, que se verían seriamente afectados, hurtándoles de algún modo su cualificación geográfica, en los aledaños del Parque Natural de la Sierra del Guadarrama. Y cabe pensar: pero hombre ¿no habría otros sitios menos sensibles que éste, con toda su carga histórica, ambiental, protegida, turística y gastronómica, ganada a pulso a través de la sostenibilidad a la que han coadyuvado sus vecinos durante siglos? Y, claro, ellos no quieren que se les hable de que eso es progreso porque creen que eso es hipocresía, falta de sensibilidad y, sobretodo, falta de sentido común. Y contra eso pelearán.