Siempre he oído decir que de las urnas salen gatos. Da lo mismo que sea blanco o que sea negro. Lo que importa es la sorpresa. Hombre salvo que alguien haya metido mano o que se haya tenido un incalificable despiste. Y algo así parece ser que ha ocurrido en el sunami electoral reciente, que se ha llevado por delante por dos veces al candidato del PP a la alcaldía José Luis Sanz Merino. La primera vez cuando deprisa y corriendo hubo de comparecer fuera para validar la decisión (por unanimidad del Comité Electoral Provincial de su partido) en un acto para presentar los primeros espadas de la municipalidad regional. Y recuerden también como, aun después de haberse hecho pública aquella decisión local, un manotazo en la mesa del que manda en Madrid a nivel nacional frustraba las esperanzas y las ilusiones del candidato segoviano Sanz Merino que hubo de tragarse el sapo de verse sustituido en el último instante por otro compañero casi desconocido: Pablo Pérez. Pasado lo que se supone un mal trago para Merino poco después (quizá para entusiasmarle de nuevo) se le incluía en la lista de candidatos al Senado. Eso sí en tercer lugar con lo que tienen de peligrosas las colas por aquello de los gatos de las urnas. Y en lo que menos podía pensarse sucedió. Y el suceso se calificó de insólito. ¿Cómo podía ser posible que después de proclamados los tres candidatos del PP senadores electos, se descubriese que en el recuento de votos ¡vaya por Dios! se habían olvidado -o lo que fuera- de tener en cuenta los votos de alguna mesa del Puente Hierro, incluidos los votos del exterior, con lo que al repasarlos de nuevo cayeron en la cuenta de que la tercera plaza para el Senado era para el candidato socialista Jesús Javier Lucía Marugán que a su vez estando incluido como tercero en la candidatura del PSOE se había quedado a la puerta. Eso no completaba la dicha sino la desdicha para el popular Sanz Merino, dado que por un puñadito de votos de aquel recuento perdido, éste volvía a quedarse compuesto y sin novia con que abrazar la Cámara Alta y el socialista Marugán ocuparía el sillón soñado. Hombre, sí que es un mal fairo eso de quedarse frustrado por dos veces cuando ya se tenía el caramelo en la boca. Recuerden que algo así le pasó a nuestra paisana de La Velilla Silvia Clemente cuando después de renunciar a su militancia popular e incluso a su alto cargo de presidenta de las Cortes de Castilla y León (que no es moco de pavo) para pasarse a la formación naranja de Albert Rivera se encaminaba ya directamente -tras la confrontación con Igea el otro aspirante- para alcanzar el sillón de mandamás en la Comunidad: el de Herrera como presidente de Castilla y León. Pero también se dio entonces el registro de la perplejidad: ¿cómo era posible que incluso después de ser proclamada con todas las fanfarrias de triunfo aspirante al trono regional, alguien cayese en la cuenta de que el número de votos no coincidía por exceso de un puñado de votos sobre la nómina de votantes? Aquello, por burdo, parecía inaudito pero también a la ex presidenta de las Cortes Regionales la apeaban de su dulce y apasionante victoria. Y aunque su nuevo partido la pueda seguramente compensar con su designación directa para el Senado lo cierto es que también fue un gran sapo que no sabemos si habrá terminado de digerir por mucha guarnición de patatas fritas o al ali-oli con que se le hayan aderezado. Y es que hay cosas increíbles pero ciertas, seguramente por el influjo de aquellos gatos que muchas veces salen de las urnas. Y que lo mismo da que sean blancos o negros.
Y la otra cuestión de la que no quería dejar pasar por alto “La calle” es aquella que suscitó un agrio debate municipal respecto a esos 246 juicios en los que se ha visto implicado nuestro Ayuntamiento en el actual periodo de gobernabilidad municipal de la alcaldesa Luquero y de las consiguientes costas, en su caso, derivadas de esos procesos, trascendidos algunos incluso al Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León o al propio Tribunal Supremo.
Visto así no parecen pocos los pleitos acumulados por el actual equipo de gobierno municipal. Y cabe pensar que algo no se está haciendo bien cuando la controversia entre lo actuado y la posible razón alcanza cifras litigiosas tan elevadas. Cabe pensar si en estas decisiones de pleiteos subyace un fondo de prepotencia o una falta de rigurosidad en los planteos de defensa que conducen a los Tribunales. En cualquier caso se impone -creo yo- una buena dosis de prudencia a la hora de embarcarse en pleitos que sin duda nadie quiere. 246 pleitos son muchos pleitos. Y como siempre se ha dicho en los foros judiciales pensar que sobre todo “vale más un mal arreglo que un buen pleito”.