Aunque se perciba una cierta concertación a la hora de interpretar al unísono el “Himno a Segovia” con que nuestra Corporación Municipal inicia sus sesiones de Pleno (unos con más entusiasmo que otros) lo cierto es que luego, una vez enfriado ese consenso y reconducido el ardor de la unanimidad, la bajada al patio de los debates la realidad viene a ser otra cosa bien diferente, poniendo a cada uno en su sitio a la hora de interpretar en el pentagrama de la partitura el debate político.
En este sentido, por lo que ha trascendido, no parece que el nuevo curso vaya a ser muy pacífico para la alcaldesa Luquero, inquieta –como no podía ser de otra manera naturalmente- por las convulsiones de todo tipo derivadas de la pandemia fruto –o pócima- del virus asesino Covid19. Pero al margen de las alteraciones que el “bicho” haya podido influir en los programas de gobierno municipal (superiores a las intenciones de la gobernanza) desde la tribuna ciudadana se visualizan al menos tres puntos que habrán de tener sin ninguna duda no solo cierto debate sino la oportuna aclaración –si cabe- con la exigida transparencia a ciertas respuestas: el verdadero origen de la pérdida del brazo derecho de la alcaldía como consecuencia de la “dimisión por motivos particulares” (que no creemos tan simple) de la multidisciplinar concejala Claudia de Santos; la disposición finalmente de los remanentes de tesorería de las cuentas municipales; y el recibimiento (largamente demorado) del CIDE, como primer elemento de un proyecto de mayor magnitud como el CAT.
Claudia de Santos. Precisamente en el retorno de las vacaciones, cuando parece que el descanso, la meditación, el sol y el agua –salina en el mejor de los casos- puedan haber fortalecido el músculo de servicio a la ciudadanía, es cuando menos chocante la dimisión irrevocable por motivos familiares (lo que viene a ser bien legítimo) sin que se hayan conocido verdaderamente los motivos de ese impulso, renunciando a una notoriedad bien ganada y a la valoración de su capacidad de trabajo y, además, a los sabrosos emolumentos que compensaban su esfuerzo. Da la sensación (solo sensación) de como si hubieran podido influir causas más serias en su toma de tan drástica decisión –que algún día convendría saber- que priva al tiempo al equipo de gobierno municipal (y a la alcaldesa en particular que pierde un gran pilar de apoyo) de un firme sostén de la gestión. Eso que pierde la gobernanza segoviana incluído el “diablillo” que queda ahora desnudo sin la protección amorosa que le acompañaba.
El destino de los controvertidos remanentes de la tesorería municipal habrá sido sin duda (tras la rebelión unánime del municipalismo sensato) un tema que la alcaldesa se había guardado para reflexionar, quien si en un principio se había mostrado proclive a su cesión al Gobierno, no es menos cierto que el enfrentamiento de posiciones –a veces antagónicas- de muchos alcaldes la habrá quitado el sueño más de una noche. No hay que ser muy avispado para intuir que bajo el señuelo de la disposición de esos 5.000 millones de euros disponibles se escondía una operación más que opaca que todo eso que se promete por el Gobierno. El juicio interior de la alcaldesa no va a poder ser, por tanto, excesivamente dulce dado que en un sentido o en otro la van a llover críticas de todo tipo. La zozobra quedó finalmente despejada (para algunos) desde que el pasado jueves el Congreso de los Diputados derogó el Decreto-Ley de los 16.000 millones de remanentes de más de 8.200 municipios que ya había aprobado el Gobierno en un exceso de prepotencia, que ahora tiene que asumir su gran fracaso al ver tumbado –por primera vez- un proyecto estrella del PSOE-PODEMOS.
Y como tercera pata de este trípode que comentamos para iniciar el curso municipal aparece en un horizonte más bien próximo el CIDE ¡ay, el CIDE ¡ que dentro de pocos días deberá recibir el Ayuntamiento, a falta de conocer con detalle los remates que supuestamente hacen inconclusa la obra. Y fijar definitivamente –gran cuestión- el montante o cifra penalizadora derivada del retraso de finalización de la obra a repercutir en la empresa, que tampoco es moco de pavo. Y en todo caso solventadas esas dos importantes cuestiones fijar definitivamente la inauguración del tan deseado como demorado invento y cuáles serán al cabo sus contenidos y las empresas que lo ocuparán. Casi nada.
