Cuando desde hace tiempo se insistía tanto desde el partido de Ciudadanos, que entonces lideraba la concejala Maria José García Orejana (relevada ahora por quien fuera su brazo derecho Noemí Otero, de fulgurante carrera política como esta siendo notorio) considerando necesaria para la mejor y más que exigible transparencia municipal una auditoría sobre el funcionamiento de Urbanismo, parece que con ello alertaba de irregularidades, tolerancias y retrasos injustificados en los procedimientos en cuanto a la tramitación de licencias de obras. Por otra parte denunciadas constantemente (al menos los retrasos) por la oposición municipa ,la Patronal y promotores de obras. Por eso no es nada extraño que ahora (sustanciada ya la auditoría ,aunque vetada la comparecencia de sus ejecutores para una información más directa de los resultados), el Grupo Popular de la oposición municipal liderado por Pablo Pérez (viendo que llueve sobre mojado) haya puesto el grito en el cielo denunciando que “ve gravísimo que el Ayuntamiento permita construir sin licencia”. Gravísima la acusación. Aunque, en principio, no le falte razón, cuando para mantenerla se apoya en ciertas declaraciones de la concejala de Urbanismo, Clara Martín en un medio digital admitiendo –según el líder popular- que el Ayuntamiento permita no sólo construir sin permiso sino también abrir un edificio (refiriéndose a La Floresta) sin licencia de uso”; llamando al tiempo la atención sobre la permisividad mostrada por la alcaldesa respecto al tema. Recordemos que poco antes, finalizando enero, la alcaldesa decía que la ciudad “vive un auge de la actividad constructora y apuntando que el Ayuntamiento recaudó 1.100.000 euros en 2019, es decir más del doble que en el 2013 (500.000 e) por el Impuesto sobre construcciones, instalaciones y obras, habiéndose cuadruplicado los ingresos por las tasas de licencias urbanísticas y ambientales tramitadas, garantizando al tiempo para el futuro una mayor agilidad en la tramitación ordinaria al no tener que trasladar expedientes a otras Administraciones como la Comisión Territorial de Patrimonio. Y para justificar el celo señalaba que el Ayuntamiento tramitó 117 expedientes el año pasado para garantizar la legalidad urbanística. No sé.
Pero volviendo al proceso más reciente, la alcaldesa, intentando salir al paso de lo denunciado por Pablo Pérez (incluída la apertura de la Floresta con dudosa legalidad), sobre el tema de las licencias, se preguntaba “qué mecanismo puede haber (de fiscalización,se supone) si el particular no solicita la licencia de obras, para que la Administración municipal pueda comprobar qué está sucediendo en el interior de cada vivienda, a menos que se reciba una denuncia?”. Y para más inri que la citada concejala de Urbanismo aseverase con cierto candor que “si fuéramos a todos los edificios que no tienen las licencias al dia, cerraríamos media ciudad incluidos varios edificios públicos”. Esta ingenuidad es lo que encendió los ánimos de la oposición municipal.
Hombre, de ambas declaraciones, parece deducirse (por decirlo de una manera suave) una perogrullada y no poca frivolidad de cara a los ciudadanos cuando todos sabemos la diligencia y rigurosidad inspectora de la Policía Municipal para vigilar –por ejemplo- el que se mueva unos centímetros una ventana, se rebaje ligeramente un peldaño de la entrada a un portal para facilitar el acceso de un discapacitado o se proceda al cambio de un simple inodoro en una vivienda y no usar por la alcaldesa Luquero, la misma diligencia y rigor aplicado en obras de mayor envergadura de las que no se enteran “si no recibe el Ayuntamiento alguna denuncia” Fantástico argumento.
No parece suficiente argumentario para la justificación de la andanada del popular Pérez, para demostrar que siempre ha sido así, sacar a cuento ahora aquello de los cuarenta y tantos miniapartamentos construídos ilegalmente en la Alameda al abrigo del Eresma hace 20 años y que, finalmente por cierto, fueron demolidos.
En definitiva, que lo que debería deducirse de todo esto es una situación municipal –en el tiempo- cierta y excesivamente tolerante (no quiero decir cegarruta) bien por acción u omisión, que debe ser corregida, saneada y enmendada con objeto de que las cosas rueden con la legalidad, rapidez, celo y el ajuste de ley más exquisito con las normas de funcionamiento como exige la transparencia de una gestión que de una u otra forma afecta a toda la ciudadanía, pero infinitamente en mayor medida a quienes tienen la responsabilidad de una gestión honesta. Pues eso.
