A poco análisis que se haga desde la perspectiva que deja entrever la política autonómica de Castilla y León se tiene la sensación de que al presidente popular de la Junta, Fernández Mañueco le esté comiendo la merienda su vicepresidente –de Ciudadanos- Francisco Igea con quien pactó a regañadientes de éste para su investidura a toda costa y conservar así la Junta que dejaba Herrera, dado que .como es sabido- era Igea más proclive a hacerlo con Tudanca y conformar así un gobierno autonómico de centro izquierda. Inclinación de la que finalmente declinó por imperativo de Rivera, no sin dejar pelos en la gatera.
En cualquier caso y así las cosas, parece que no le haya ido mal a Igea, incluso capeando el temporal que se levantó, incluso antes, con la aparición en la escena política de la Comunidad de la tránsfuga Silvia Clemente, supuestamente implicada en un cierto trapicheo del voto que acabó con su vuelta a casa sin la militancia que esperaba y sin que por cierto se haya vuelto a saber nada de ella ni del proceso que se inició a raíz de aquel penoso incidente por si pudiera derivarse alguna imputación delictiva en la conducta electoral –o no- de la hasta entonces presidenta por el PP de la Cámara Autonómica y luego tras su abandono de las filas populares candidata de Rivera a presidir la Junta. (Por cierto ¿qué pasaría si el proceso judicial en marcha exonerase a la Clemente y a su partido de cualquier imputación delictiva en aquel famoso recuento de votos envilecidos (denunciado por el ahora vicepresidente autonómico Francisco Igea que apartó a la Clemente) y se demostrase que todo obedeció a una confabulación tramada desde más cerca que lejos del objeto del deseo? Incluso circulan nombres y apellidos en los mentideros de la política regional. Ya veremos.
Tambien hay que recordar que de aquellas férreas reuniones para acercar posturas hacia la investidura de Mañueco se dedujeron dos posicionamientos: mayor debilitamiento del candidato Mañueco y mayor arrogancia, en cambio, en el aspirante Igea que exigía para apoyarlo mayores concesiones ; hasta el punto –recuérdese- que incluyó en el paquete de las exigencias incluso la titularidad de la Diputación Provincial de Segovia para Ciudadanos, exigencia que el PP regional y el propio segoviano (con alguna reticencia) estuvieron dispuestos a ceder. Vino a salvarla, dentro del oleaje político en el que se fraguaba la mayoría absoluta o no del PP en la Corporación Provincial, la sentencia definitiva confirmando esa mayoría para el partido conservador. Para entonces el ex presidente Paco Vázquez ya había cogido la maleta y emigrado hacia Valladolid donde encontró mayor acomodo como vicepresidente de las Cortes presididas por Luis Fuentes, de Ciudadanos, donde el sillón segoviano se remunera nada menos que con un sueldo de 94.811 euros/año o 7.900 al mes/ o lo que es igual 1.311.400 ptas/mes. Lo que se iguala con el ex alcalde de San Ildefonso José Luis Vázquez. Lo que no está nada mal supongo.
Pero a lo que voy. De esa prepotencia con que Igea asumió las decisiones de Madrid para claudicar se ha generado desde su puesto de vicepresidente un claro exponente de superioridad y de protagonismo a toda pastilla revelador de su fuerza política y sobre todo de su particular y arrogante manera de actuar. Como decía al principio no hay que ser muy listo para comparar el número y nivel de las comparecencias de Igea con las que debería protagonizar Fernández Mañueco, -como presidente de la Junta- que aparecen más diluidas en el tiempo y en el mensaje. Por eso se produce a nivel popular la impresión de que la gobernanza de la Junta esté más en manos de Ciudadanos que en las del verdadero presidente Mañueco. Y eso, antiguamente significaba que le estaban comiendo a uno la merienda o que le estaban segando la hierba bajo sus pies. Ande listo. Hombre, la verdad es que la legislatura no ha hecho más que empezar pero poco a poco lo que va quedando cada día es que por la presencia hay más sensación de que la Junta es Igea y no Fernández Mañueco; por mucha portavocía que aquél ostente y oficialice con creces su cargo y encargo sin duda. Al fin y al cabo Igea no es más que el vicepresidente portavoz y un Consejero más (en este caso de Transparencia, Ordenación Territorial y Acción Exterior. No hay que confundir con el Presidente.
En ese abanico de prebendas que Igea logró tampoco hay que dejar de contemplar otro aspecto de los pactos de investidura, de los que se derivaron situaciones sustanciosas en el tablero del ajedrez político de las Instituciones segovianas (Ayuntamiento y Diputación) situando los naranja alfiles que se mueven con soltura y que se constituyeron como piezas decisivas a la hora de consolidar una situación más o menos estable, aunque hábilmente aprovechada , por el contrario, por las presidencias de ambas Instituciones integrando a esos naranjas en sus equipos de gobierno –bien remunerados, eso sí- que garantizarán seguramente una cierta estabilidad y tranquilidad política en estos cuatro próximos años. Si Pedro Sánchez no tiene otra ocurrencia.
