Era una propuesta “descontextualizada, sin orden ni concierto”. Así justifica la portavoz de Ciudadanos su rechazo a la invitación que el PP le hizo para reprobar la gestión de la alcaldesa Luquero. Una propuesta apoyada por Centrados con el silencio IU, cuya absorción en Podemos quizá restringe su capacidad de decisión. Desde luego, es lógico preguntarse, si había o no había base para una reprobación. Según los entendidos en la materia, la reprobación sólo tiene carácter simbólico y no está recogida en ningún reglamento. Su finalidad es presentar ante la ciudadanía la mala gestión de gobierno. ¿Hay algo más indoloro e inofensivo? Algo parecido al aviso que, en las corridas de toros (valga la comparación), recibe el torero cuando no respeta el reglamento. ¿Había, en esta ocasión, motivos suficientes para la reprobación? A juicio del Partido Popular y de Centrados lo había, pero la portavoz de Ciudadanos necesita un contexto. La lista de errores, omisiones y despilfarros, en algunos casos, es larga. Algunos de los que enumeran los partidos de la auténtica oposición, se reparten entre una deficiente gestión: incapacidad de sacar adelante contratos, incluido el obsoleto contrato de la ORA que data de 1994,; el no menos antiguo Plan Especial de Áreas Históricas (PEAHIS). En el capítulo de obras públicas: un buen número de calles aquejadas de urgente reparación. En la sección de promesas incumplidas, reclaman falta de equipamiento y gestión de la estación de autobuses, después de un año de haber recibido su aprobación; denuncian la situación del problemático parking de José Zorrilla, aún cerrado. Finalmente (para no aburrir), hay que recordar el ingrato asunto de los impuestos y tasas municipales. Se denuncia la elevada presión fiscal y el insoportable despilfarro generado por el catastrófico fracaso del CAT, el edificio inconcluso y sus litigios colaterales. Por cierto que, aunque dice que lo intentó, el exconcejal Bayón no consiguió resolver nada. Tampoco le faltaron excusas. Se despidió, conmovido, en el último pleno, después de responder a una propuesta del PP, dejando claro que el Gobierno municipal había decidido no bajar el IBI. Y por si no había quedado claro lo repitió, recreándose en la suerte y con la seguridad arrogante del que no correrá con los gastos. Lo cual no le impedirá volver para afirmar lo contario en la próxima campaña electoral.
Pese a la lista de motivos, la portavoz de Ciudadanos busca un “contexto” para sumarse a la reprobación. Será que con tanto texto no ha visto el contexto (o sea, que los árboles no le dejan ver el bosque). Centrados sí lo ha entendido y no ve afán de protagonismo en la propuesta del PP. Más bien, cabe pensar que la portavoz prefiere hacer oposición a la oposición, porque se imagina en coalición con los socialistas en el próximo gobierno (¿incluso con la vara de mando?). Curiosamente, en manifiesta disidencia con la política de Ciudadanos en Madrid, donde Arrimadas y Martínez-Almeida cumplen con su respectivo electorado haciendo frente a la alcaldesa Carmena que desgobierna de la mano del conglomerado podemita. Aquí, en Segovia, Ciudadanos navega a su aire. No va al ritmo que marca Rivera en sintonía con Casado y en contra de la frenética deriva del gobierno socialista del polémico doctor Sánchez, cada vez más rehén de comunistas e independentistas. Pero lo que ha quedado patente es la incoherencia de la política de Ciudadanos en Segovia. Una incongruencia que no hace de ese partido (o de su portavoz) un socio fiable. Se percibe mucha hambre de foco y eso no anima a confiar un voto que caerá en las mismas manos socialistas que ahora merecen reprobación por su torpe gestión.