Mucha gente se pregunta si los resultados de las elecciones andaluzas del 2-D serán extensibles al resto de España. Es decir, si el próximo 26 de mayo, cuando se produzca la triple conjunción electoral, al coincidir elecciones europeas, autonómicas y municipales, la mayoría del electorado votará a favor de los tres partidos que defienden claramente la Constitución y al Estado de derecho, frente a los grupos anti-sistema (golpistas, bilduetarras y podemitas de ultraizquierda). En ese caso, el comportamiento de la sociedad andaluza ante las urnas estaría anticipando lo que ocurrirá en el resto del país. Una especie de ensayo de laboratorio improvisado, que, supongo, hará las delicias de sociólogos y encuestadores.
Hay razones para avizorar una especie de “efecto andaluz” contagioso. Se siente en el ambiente. No hace falta mucha imaginación, aunque pueden orientar las encuestas del CIS, siempre que se interpreten justo al contrario de lo que vaticinan. Pero ¿hay datos objetivos para atisbar un resultado electoral parecido en el resto de España? Sin pretender un análisis exhaustivo, que es tarea de expertos, parece razonable admitir que la sociedad andaluza no es muy diferente a las de otras regiones de España. Aparte de los bien conocidos rasgos singulares, y de la situación generada después de 36 años de régimen socialista, hay un sentimiento común. Allí, en las pasadas elecciones, la mayoría de votantes ha captado claramente la grave amenaza que supone el independentismo catalán. Y, durante la campaña electoral, esa mayoría ha conectado con Casado, Arrimadas y Abascal, los líderes del PP, C´s y Vox. Han sintonizado con sus respectivos mensajes y su fuerte crítica al insolvente gobierno de Sánchez. Un gobierno socialista que se caracteriza por su inacción con el golpismo catalán, y que le convierte en cómplice por omisión. Un equipo de ministros y ministras mal preparados para esa responsabilidad, con el mayor número de dimitidos en menos tiempo y plagado de irregularidades personales. Ante ese triste e inquietante panorama, los votantes andaluces han reaccionado dando su voto a tres partidos de derecha y centro-derecha y huyen escarmentados de la izquierda socialista y de la ultraizquierda comunista.
Pero, sobre todo, la gente se ha manifestado en defensa del Estado de derecho y de la Corona. Y esa reacción está sirviendo de sano revulsivo para la mayoría de la sociedad española. Los golpistas y la izquierda más intolerante predican la revolución callejera violenta, mientras la derecha responsable defiende el respeto a la Ley y al Estado de derecho. Así lo entienden la mayoría de los pacíficos ciudadanos, que no admiten engaños ni tragan con ideologías opresivas para enanos mentales. Se palpa en el aire la repulsa hacia una acción de un gobierno hipócrita, apuntalado por “antisistemas” que intentan quebrar la convivencia y el orden constitucional. La ciudadanía está harta de las soflamas partidistas de la balbuciente portavoz Celaá que aprovecha su comparecencia oficial para lanzar anatemas políticos. Una ministra que incumple la obligación de declarar todas sus propiedades (con un “patrimonio inmobiliario superior en 20 veces a lo declarado oficialmente en el BOE”; véase Ok. diario). Como arrogante ministra de Educación promueve reformas educativas para eliminar la potestad que ostentan legalmente, los padres, madres y tutores como primeros responsables de la educación de sus hijos. Un proyecto liberticida de ideología sectaria. Una pretensión de asfixiar la capacidad intelectual y de rebajar el nivel educativo, que distingue a Castilla y León como líder europeo en educación.
No es, pues, aventurado pensar que la mayor parte de los ciudadanos de este país, cualquiera que sea su opinión política de fondo, se da cuenta del grave riesgo que amenaza su seguridad y la del futuro inmediato. Gente que teme por su bienestar y el de futuras generaciones. Es patente que muchos socialistas reniegan del actual Gobierno y de su presidente, rehén de los golpistas y sus cofrades comunistas. Cada vez hay más voces relevantes del socialismo, como Vázquez, ex alcalde de La Coruña, que denuncia la deriva suicida del presidente “doctor” Sánchez. Políticos de referencia que reclaman una pronta convocatoria de elecciones generales, que permita rectificar el rumbo y restablecer el imperio de la Ley en Cataluña. En caso de una cuarta convocatoria, en el próximo año (ojalá, más pacífico que el 2018) se produciría una super-conjunción planetaria de urnas a cuatro niveles. Una ocasión de oro para votar por quienes defienden sin rodeos la Constitución de la Concordia.