Prácticamente todo en la comarca zamorana de La Carballeda y Sierra de la Culebra recuerda a los ciervos: cómo no, las numerosas señales de tráfico que alertan de su presencia, una marca de aguardiente, el arroyo de nombre Cierva, e incluso una estatua dedicada al animal en el centro de uno de sus principales municipios, Villardeciervos. No en vano, la reserva de caza que se ubica en esta zona está considerada entre las mejores de Europa, tanto para el lobo como para este ungulado, que supone una parte importante de la economía, con el aprovechamiento de los recursos cinegéticos y turísticos, ya que se trata también de un importante reclamo para los visitantes, muchos durante los meses de verano.
Pero La Carballeda, junto con su vecina Sanabria, vive días de inquietud, preocupación y alarma provocadas por la aparición de 60 ciervos muertos, según la Junta, cifra que puede superar el centenar a juicio de los vecinos, si bien no se atreven a efectuar un cálculo preciso de animales muertos por esta extraña causa.
Por ello, los laboratorios pecuarios de León y Algete (Madrid) investigan los cuerpos para conocer unos resultados que el vecino carballés ansía saber, aunque los primeros indicios descartan la famosa y temida ‘lengua azul’. El miedo se extiende desde los propietarios de los cotos, que ven como desaparece en masa su trofeo más preciado, hasta los ganaderos, que no quieren ni pensar si los fallecimientos en cadena se extendieran a vacas y ovejas, ya que en muchos casos comparten pastos con los ciervos y temen un contagio entre rumiantes. En todo caso, hasta hoy ningún ganadero ha observado síntomas de que sus animales puedan estar afectados.
La Delegación Territorial de la Junta en Zamora cifra hasta el momento los ciervos muertos en 60, si bien entre los vecinos de los municipios creen que puede superar el centenar, pero la Administración “no informa y se están enterrando los animales con cal en cuanto aparecen, sin informar al ciudadano”, lamenta el responsable de COAG en la comarca, José Manuel Soto, quien desde la localidad de Cional muestra su preocupación.
Como suele ocurrir en este tipo de problemas, siempre hay una buena noticia. Al parecer, según explica Soto, los últimos animales muertos no han fallecido de forma reciente, sino que podrían haber expirado varios días atrás. De hecho, los agentes forestales se guían del fuerte olor a cadáver y del vuelo de los buitres carroñeros para determinar los lugares donde se encuentros los cadáveres.
