El escritor peruano Mario Vargas Llosa mantuvo ayer un diálogo en el Teatro Juan Bravo con el escritor Juan Jesús Armas Marcelo sobre sus recién publicada novela, ‘El héroe discreto’. Estas dos cumbres literarias abordaron el análisis de este melodrama, cuajado de extorsiones y venganzas en clave de humor.
Después de 15 años vuelve a ambientarse en su país natal y recupera algunos de sus personajes clásicos como don Rigoberto, doña Lucrecia, Fonchito o el sargento Lituma. Todos ellos, en un Perú mucho más pujante y optimista que cuando lo dejó. De hecho, reconoció que se trata de la novela más optimista que ha escrito y, en palabras de Armas, “por una vez” en su trayectoria literaria “los padres son buenas personas”. Vargas Llosa admitió que “es así”, pero que no lo planeó.
El principal protagonista es Felícito Yanaqué, un pequeño empresario de transportes creado por una anécdota real que Vargas Llosa convierte en el punto de partida de su novela.
El premio Nobel admitió que es un libro muy distinto y que hace referencia al desarrollo que está experimentando su país natal. Con estas características, sintió la necesidad de abrir la historia del transportista con otra paralela, mostrando la complejidad y diversidad de la sociedad peruana. Las novelas de Vargas Llosa, como expresó Armas, siempre cuentan con dos polos protagonistas, como ‘La ciudad de los perros’ o ‘La casa verde’.
“La novela es un género que muestra siempre al individuo en una rama social. La poesía puede confinarse en un personaje solo y producir un poema bellísimo, pero la novela cuenta la vida de un personaje entre otros personajes”, explicó el premio Nobel.
Vargas Llosa pretende “demostrar” así con su última obra “el heroísmo de los seres anónimos”. “Hay un tipo de heroísmo mucho más secreto, más privado, y que sin embargo creo que es la reserva moral de una sociedad. La de los hombres o mujeres que tratan de ser consecuentes con unos valores, que teniendo la posibilidad de transgredirlos no lo hacen. Como Felícito, que no acepta un chantaje aun a riesgo de su vida. Su padre le enseñó un principio y lo convirtió en clave de su conducta sin tener conciencia del riesgo, la valentía y el coraje que supone”.Héroes discretos “que no llegan jamás a las primeras planas, pero que son personas que podemos mirar cuando nos sentimos descorazonados, decepcionados. Esos héroes existen, están en estas sociedades”.
El Teatro Juan Bravo, lleno de gente, escuchó como Vargas Llosa admitía que tiene todavía muchas por escribir, incluso “más temas que tiempo para hacerlo”.
