El Barcelona derrotó ayer al colista, el Real Zaragoza, en un partido cómodo y en el que no dio opciones al rival. Leo Messi desequilibró la balanza con dos tantos y el equipo catalán se vio beneficiado por la expulsión del local Leo Ponzio en el inicio del segundo acto.
Pese a su control de la situación, al combinado de la Ciudad Condal le costó 42 minutos ponerse por delante, ante un oponente disciplinado y que trabajó con las líneas muy juntas, pero que apenas creó peligro en ataque.
El entrenador de los aragoneses, José Aurelio Gay, optó por un cambio táctico debido a la sangría de goles que estaba sufriendo su escuadra últimamente. Trató de fortalecer su defensa colocando en ella cinco efectivos.
Con ese plan, pretendía frenar los pases interiores del adversario, que, pese al ‘muro’, jugó sin prisa y manejando a su antojo el balón. Los maños corrían permanentemente detrás del esférico, y su fe se sostenía por el simple resultado. En cuanto se produjo la acción del 0-1, se vinieron abajo.
No obstante, y mucho antes de eso, fue el Zaragoza el que tuvo la primera oportunidad clara de la contienda. La jugada la protagonizó Braulio en el minuto 19. Un pase magnífico de Ángel Lafita le dejó delante de Víctor Valdés; el delantero pegó mal a la bola y facilitó la parada del cancerbero.
A medida que fue transcurriendo el tiempo, el Barça se dio cuenta de que necesitaba trasladar su superioridad al electrónico sin esperar en exceso, para que no se le complicara la labor.
Los pupilos de Pep Guardiola ‘pisaron el acelerador’ y rozaron la diana en dos ocasiones: Pedro y Dani Alves lanzaron fuera.
Villa desatasca
Cuando la primera mitad ya caminaba hacia su final, un gran movimiento de David Villa en un contragolpe consiguió sacar de su zona a la parte central de la defensa local. El asturiano volvió a mostrarse negado en la definición, con algún poste incluido, pero al menos ofreció una asistencia magistral a Messi, que batió por bajo al guardameta Toni Doblas.
El Zaragoza aspiraba a mejorar su rendimiento después del descanso, aunque sus escasas opciones prácticamente desaparecieron con la tarjeta roja que el colegiado le enseñó a Ponzio por una agresión a Dani Alves.
A causa de la inferioridad numérica, al conjunto aragonés no le quedó más remedio que aceptar el papel de convidado de piedra en su propio estadio. El público solo se emocionaba cuando existía un amago de contraataque de los maños.
Para no alargar la incertidumbre, Messi volvió a aparecer para sentenciar. En el minuto 66, aprovechó un rechace para sellar el 0-2 definitivo con un fuerte tiro.
Desde entonces y hasta la conclusión, los ‘culés’ se relajaron, si bien este factor no propició ni siguiera el tanto del honor local.
