El Barcelona consiguió una importantísima victoria ante el Copenhague con la que obtuvo el liderato en el grupo, con la primera vuelta cerrada, en un encuentro bueno para los de Guardiola pero que, en otra muestra más del gafe que persigue a los delanteros ‘culés’, pudo complicarse al no saber cerrar antes el partido.
Fue más de lo mismo. De nuevo, el cuadro catalán dominó casi de principio a fin, proclamándose amo y señor del balón. Pero, pese al buen juego, las combinaciones a uno o dos toques y el excelente posicionamiento dentro del campo, los goles siguen sin llegar con la asiduidad y facilidad de antaño.
Guardiola optó por repetir la táctica del pasado sábado contra el Valencia, que tan bien funcionó. Así, dos líneas de cuatro con Messi y el ‘Guaje’ en punta sirvieron para que, con la movilidad de éstos, se abrieran los pocos espacios que dejaban unos daneses muy bien situados. Cierto es que no atacaron demasiado, pero se negaron a aparcar el autocar detrás.
Pero en el engranaje blaugrana, estando Xavi en el banquillo para no forzar sus tendones de Aquiles, es clave la figura de Iniesta. El de Fuentealbilla estuvo inmenso. Pero, para que no se diga que no es efectivo, decidió dar una asistencia a Messi en la frontal del área, para que la ‘Pulga’ fusilara.
Fue el 1-0, vestigio de más goles por el juego desplegado, si bien lejos de la realidad. Eso sí, el del argentino fue un golazo, y es que lanzó un misil directo a la red, enganchado al palo derecho de un Wiland que no pudo hacer más que mirar al cielo tras recoger el balón de su portería. En la segunda parte, en asociación con Messi, Iniesta fue el encargado de intentar poner el 2-0 en el marcador, aunque Wiland paró y el Barça siguió perdonando en demasía.
Y es que, tras la reanudación, el Copenhague dio los primeros avisos. Nada serio, y el meta Pinto siguió sin usar los guantes, pero alteró el guión de la primera parte. Por ello, el equipo azulgrana volvió a coger el balón y a no dejar que los nórdicos lo olieran.
Con este panorama, el público empezó a encogerse cada vez que el Copenhague enviaba balones largos hacia el área de Pinto, y es que fueron peligrosos al contraataque. Con N’doye y Santin muy rápidos arriba, y Gronkjaer tirando de experiencia en búsqueda del pase preciso, en más de una ocasión perdieron su espalda los zagueros blaugrana. Precisamente, N’doye tuvo la mejor ocasión del Copenhague en un fuerte disparo que se estrelló en el larguero local.
Guardiola andaba intranquilo por el área técnica y decidió mover ficha. Xavi, que aguantó bien los minutos, y Pedro, salieron para oxigenar e intentar, respectivamente, buscar el pase y el gol que esta noche parecía imposible.
No fueron un revulsivo muy grande, pero por lo menos lo intentaron y sacaron momentáneamente al Barça de un ‘bajón’ físico y de atención que últimamente aparece demasiado. En los cinco últimos minutos, una serie de errores inexplicables a punto estuvieron de poner el empate en el electrónico. Kvist casi sorprendió a Pinto en un tiro muy lejano que el andaluz tuvo que desviar a córner.
También la tuvo Alves para el 2-0, con el segundo disparo al palo para los blaugrana, pero el gol fue cosa de Messi. En el descuento, y cuando parecía que la afición tendría que sufrir hasta el final, apareció para sentenciar. Buen choque, sobre todo en la primera parte, de un Barcelona que deberá volver a aprender a cerrar antes los partidos.
