En la Galería Orfila, en Madrid, ha inaugurado Mesa Esteban Drake (Madrid, 1944) una exposición que compendia una muestra de su obra artística. No quiere la autora hablar ni de antología ni de retrospectiva. Tal vez, por no asumir los versos que tiempo ha, escribió su hermano Luis Martínez Drake; versos que tienen el desolado aroma a nostalgia cuando canta “Ha quedado la ruina intacta/ levantamos lejos/ nuestras nuevas ciudades/ ay, pero no arrancamos/ el jacinto del escombro a tiempo/ ni salvamos la silla de mimbre/ y por eso volvemos/ llanto a llanto/ a remover cenizas”. No quiere Mesa Esteban Drake remover cenizas viejas. Antes bien, quiere dejar constancia de que su pintura sigue vigente. Una obra que tiene la frescura del gran Arte.
La exposición, que permanecerá abierta hasta el día 1 de febrero, es la continuación de la que, desde septiembre de 2023, y comisariada por Nuria Hijano Baonza, ha enriquecido, aún más si cabe, los muros del Espacio Paular Contemporáneo, en el Monasterio de Santa María de El Paular, en pleno Parque Natural de la Sierra de Guadarrama.

La obra de Esteban Drake es un tributo al paisaje. No en vano, el Monasterio fue sede de la ‘Beca de paisaje de pintores pensionados de El Paular’. Esta beca surgió allá por 1918, auspiciada por el entonces Director General de Bellas Artes, el escultor Mariano Benlliure. En 1953 la Beca trasladó su sede al palacio de Quintanar de Segovia. En 1990, Mesa Esteban Drake, es nombrada directora de la Beca, cargo que ostentó durante algo más de quince años. En 1993, tras la restauración del Monasterio, la Beca regresa a sus orígenes. Y en Santa María de El Paular continúan los encuentros veraniegos de artistas. Como en su momento afirmó Juan Vielva Juez, Responsable del Centro de Investigación, Seguimiento y Evaluación (CISE) del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, y gran colaborador en la restauración de Santa María de El Paular, fue el empeño de Mesa Esteban Drake el que impulsó el regreso de los pintores al Monasterio.
La emoción por el paisaje y por la luz es captada por la artista en el expresionismo de sus obras. La exposición es un espejo que refleja el mundo interior de la autora. Un mundo paralelo construido con intuiciones que huyen de la descripción de la realidad. La rotundidad del trazo donde el azar no cabe, pues cada uno ocupa su lugar. Azul predominando en la obra, aspirando a transmutarse en cosmos. Sugiere, el recuerdo de la reina Mab, hada que aparece en el ‘Azul’ de Rubén Darío y que simboliza el poder transformador de la imaginación. Las texturas evolucionan sobre madera o papel, como queriendo cobrar vida. Mesa Esteban Drake libera la forma de los estrechos y agobiantes corsés del dibujo, de la forma misma. Crea espacios o ambientes etéreos donde la mirada puede alcanzar una sensación de ingravidez, nunca de vértigo.
Detenerse ante una de estas intuiciones de Mesa, es una experiencia sinestésica. Si se presta oído, abstraído del rebumbio -que nunca debería existir ante la belleza casi sagrada de una obra de arte-, llega el espectador a captar la música, el ritmo, la poesía que esconde cada cuadro. No es la abstracción de Mesa Esteban Drake una forma de la irracionalidad. Quizá, estamos ante una manera diferente de racionalidad de la autora, la razón del dinamismo artístico de Esteban Drake.
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* Abogado y escritor.
