Siria es hoy sinónimo de desastre. Desde 2011, más de cinco millones de personas han huído del país a causa de la guerra, en busca de un lugar más seguro. Sin embargo, un buen número de ellas está ahora en campos de refugiado, en Líbano, Turquía y Jordania, sobreviviendo en duras condiciones. En medio del desierto jordano se creó, el 30 de abril de 2014, el campamento de Azraq, donde en la actualidad viven 55.000 personas —una población similar a la ciudad de Segovia—, en poco más de 10.000 tiendas de campaña. No resulta, pues, un sitio muy atractivo, máxime teniendo en cuenta que Azraq está rodeado de alambres de pinchos y que el tiempo medio de estancia de un refugiado en un campamento de este tipo es de 17 años.
Por casualidades de la vida, una artista británica, de nombre Kate Daudy, en el desarrollo de un proyecto suyo, relacionado con los términos ‘Hogar’ e ‘Identidad’, visitó dicho campamento. Y, como no podía ser de otra manera, quedó “profundamente impresionada”, hasta el punto que aquella experiencia ha cambiado su vida. Queriendo ponerse a disposición de aquella comunidad, ofreció su trabajo. Los refugiados pidieron a la británica que llevara su voz por el mundo, sus mensajes. Y, por extraño que pueda parecer, la mayor parte de esos mensajes son positivos. Pues bien, Daudy se ha empeñado en cumplir esa misión.
Aquí, en Segovia la ong ‘AIDA, Ayuda, Intercambio y Desarrollo’, conocedora de la realidad en aquella región —desarrollaba programas de cooperación en Siria hasta el inicio de la guerra, y hoy en día trabaja con refugiados sirios en Líbano— ha decidido hacer suya la empresa de Daudy.
En la tarde de ayer tuvo lugar un pasacalles desde el Azoguejo hasta la iglesia del Seminario, donde ha quedado instalada una tienda como las existentes en el campamento de Azraq.
El pasacalles llamó la atención por varios motivos. Abrían el cortejo un par de segovianas, vestidas con el traje tradicional de alcaldesa, y música de la tierra, dirigida por los dulzaineros Carlos de Miguel y Jesús Costa. Pero además, miembros de la ong iban solicitando a transeúntes que posaran con carteles, todos ellos con mensajes positivos. Y, por si parecía poco, varias fachadas de casas ubicadas en el recorrido desde al Azoguejo al Seminario se vieron decoradas por mensajes de refugiados sirios, tan llamativos como fáciles de quitar sin causar ningún daño al patrimonio. “Esto pasará”, “Atrévete a empezar de nuevo” o “Nadie es más que nadie”, eran varios de esos mensajes.
Ya en la iglesia, todos pudieron ver la tienda, decorada por Daudy con mensajes de los refugiados sirios —algunos tan duros como “A veces las bombas parecen fuegos artificiales”— y textos del Estatuto de los Refugiados de 1951. Además, en su exterior la tienda tiene tapetes y rosetas elaborados por los propios refugiados. Es con esa tienda con la que Daudy pretende establecer una conexión de los refugiados de Azraq con el resto del mundo, proponiendo “una reflexión sobre nuestra vida”.
En la iglesia del Seminario, la comitiva fue recibida por el obispo, César Franco, quien pronunció unas breves palabras para aplaudir la iniciativa de Daudy y la ong AIDA. El prelado defendió, en vísperas de Nochebuena, que “en la tienda (de campaña) está Cristo”, y se mostró dispuesto a seguir abriendo las puertas de la iglesia a actuaciones que inviten a reflexionar sobre la situación de los que más sufren.
Reflexión fue precisamente la palabra más repetida en el discurso del presidente de AIDA, Javier Gila, quien esperó que la instalación de la tienda de campaña consiga que los segovianos “no nos olvidemos de lo que está pasando en Siria”.
La concejala de Cultura del Ayuntamiento de Segovia, Marifé Santiago, también acudió a la iglesia del Seminario, para participar en un simbólico hermanamiento entre el campamento de Azraq y Segovia. Santiago quiso, ante todo, lanzar un mensaje a los refugiados: “No estáis solos”.
A modo de respuesta a este hermanamiento con Segovia, los organizadores proyectaron un sencillo vídeo, en el que refugiados en Azraq agradecen su apoyo, al menos moral. Para acabar, la Escolanía de Segovia interpretó, de forma magistral, un villancico.
Al margen de los discursos oficiales, merecía la pena escuchar un rato a Sergio Cózar Grafia, delegado de AIDA en Líbano, perfecto conocedor de aquella región. “En Líbano —revelaba— viven seis millones de personas, de las que dos son refugiados”. En tal tesitura, el país está, según su relato “absolutamente desbordado”. AIDA está allí, en Líbano, desarrollando varios programas. Uno de atención a discapacitados y enfermos crónicos, “los que más sufren”; otro para enseñar francés a los niños refugiados; y un tercero dirigido a mujeres, para que creen cooperativas con participación de sirias y libanesas y, de ese modo, obtener recursos económicos y contribuir a una convivencia pacífica.
La tienda permanecerá abierta hasta el 29 de diciembre, en horario de 11,00 a 13,00 y de 17,00 a 19,00, si bien los días 24, 25 y 29 únicamente por la mañana. La entrada a la iglesia para ver la tienda es totalmente gratuita. Y dentro, ni Daudy ni AIDA solicitan donativo. “Únicamente queremos concienciar —finalizar Gila—; nos gustaría que la gente reflexionase después de ver como se vive en un campamento de refugiados, en el que vive gente totalmente normal que, por circunstancias, ha caído en una guerra incomprensible y se ha quedado sin nada”.
